Por Samir Dabian Guerra

Ante todo, bienvenidos una vez más a esta sección en la que intentamos clarificar un poco las herramientas que disponemos los escritores para poder dar forma a nuestra novela y publicarla satisfactoriamente.
En mi caso, continuaré hablando un poco de la ortotipografía, que ya definí en la entrada de la puntuación en los diálogos y que ayudará a que vuestros textos sean más inteligibles.
Pongámonos la toga y vamos al tema.
Antes de comenzar la lección debo hacer dos puntualizaciones.
Lo primero es que he seguido el criterio de la RAE y de la Fundéu (Fundación del Español Urgente) para la elaboración de este artículo, así que si alguien tiene un odio desmesurado hacia la Real Academia que lo pague con ellos y no conmigo.
Lo segundo es que hay muchos usos compartidos entre las comillas y la cursiva, por eso decidí hacer una única entrada con las dos. La división de las funciones que hago entre las dos es a criterio personal, aunque muchos usos los ubicaré en la parte de la cursiva, ya que en los textos impresos es recomendable utilizar esta.
LAS COMILLAS
Las comillas son un signo ortográfico doble del que hay tres tipos:

1. Las comillas angulares, latinas o españolas (« »). Pese a no ser las más accesibles en los actuales teclados y dispositivos, son las que las Academias de la Lengua recomiendan en textos impresos.
2. Las comillas inglesas (“ ”). Lo adecuado es emplearlas en segunda instancia, es decir, cuando se desea entrecomillar un texto o una palabra enmarcados dentro de un texto ya entrecomillado con las angulares.
3. Las comillas simples (‘ ’). No deben confundirse con el acento, que es una pequeña raya oblicua. Puedes emplearlas en tercera instancia.
Usos y funciones
La principal función es indicar una cita textual.
—«No conocerás el miedo —comenzó Montero a recitar—. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Enfrentaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Solo estaré yo».
Si la cita se escribe en estilo indirecto se entrecomilla para dejar claro que se trata de una cita.
Desde que había llegado, lo único que había aprendido a decir era «Quiero una cerveza», «Quiero “otra” cerveza» y «¿Dónde está el baño? Que me estoy meando como un niño pequeño».
En textos literarios de carácter narrativo, reproducen el pensamiento del personaje.
«Gilipolleces —pensó Montero—. ¿Todo un guerrero de la antigua Tartessos ha dicho la palabra “gilipolleces”?».
Combinación con otros signos
Los signos de puntuación correspondientes al período en el que va inserto el texto entre comillas se colocan siempre después de las comillas de cierre:
Pero ese día su hombre había comprado por Internet unas pastillas azules de extraño nombre, que aseguraban que contenía el mismo compuesto que la Viagra, pero a mitad de precio y sin receta, y le había dicho: «Esta noche te voy a dar lo tuyo y lo del vecino».
El texto que va dentro de las comillas tiene una puntuación independiente y lleva sus propios signos ortográficos. Por eso, si el enunciado entre comillas es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación y exclamación se escriben dentro de las comillas.
«¡Qué cabrón el Félix!», pensé con una sonrisa. «Esta me la paga».
De esta regla debe excluirse el punto, que se escribirá detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado ocupe la parte final de un enunciado o de un texto.
¿Cómo ponemos las comillas?
Las comillas inglesas y las simples están al alcance de cualquier teclado y programa editor de texto, pero las pobres latinas están desterradas a una combinación de teclas y números.

Aunque, si sois de los que utilizáis el Scrivener como un servidor, en Herramientas/Opciones/Correcciones, dentro del apartado Reemplazos, vamos al final de la lista y activamos los dos últimos reemplazos. De esa manera << será reemplazado por « y >>por ».
¿Pero es que yo escribo en Word?
Pues bien, tenemos un pequeño truco para que no tengas que estar constantemente escribiendo Alt+0171 y Alt+0187 o insertar un símbolo. En la pestaña Insertar pulsamos Símbolo y elegimos Más símbolos…, buscamos el símbolo « (código del carácter en Unicode 00AB), lo señalamos y le damos a Teclas…, en Nueva tecla de método abreviado ponemos la combinación que queramos (yo tengo Ctrl+>) y le damos a Asignar. Después hacemos lo mismo con las comillas latinas de cierre, y ¡voilà!
LA CURSIVA

La cursiva, también llamada itálica, es, junto con las mayúsculas y las comillas, uno de los tres procedimientos básicos para indicar que una palabra o grupo de palabras tiene un sentido especial que no se corresponde con el del léxico común de la lengua.
En todos los siguientes casos también se puede usar las comillas, pero es más recomendable en textos impresos la cursiva. Aunque, por encima de todo, hay que mantener la unidad del texto, seguid siempre el mismo criterio.
Usos y funciones
Dar énfasis o señalar voces que resultan ajenas al español por su ortografía, fonética o significado, o porque directamente nos las hemos inventado.
La visión del anciano me había hecho recordar mi sueño jamesbondiano sufrido tras el accidente […].
Extranjerismos y latinismos, en cursiva, salvo si se trata de extranjerismos o latinismos adaptados.
En cursiva: affaire, hardcore, in extremis, honoris causa.
En redonda: fuel, sándwich, déficit, pódium.
Los derivados serían también en redonda:
Pizza –> pizzería
Whisky –> whiskería
Ojo, no toda voz extranjera tiene que escribirse forzosamente en cursiva. Esta regla se aplica a los nombres comunes en los textos generales y no a los nombres propios.
Stephen King ambienta muchos de sus best sellers en Maine.
Los títulos, en cursiva.
Cerré el libro que estaba leyendo en ese momento, Un tipo con suerte de Enrique Vidal […].
Sin embargo, los libros sagrados se escriben en redonda: la Biblia, Los Evangelios, el Corán…
Usos figurados o impropios: con un sentido expresivo o metafórico que no es el propio de la palabra, siempre que no estén tan asentados que el lector no necesite esa pista.
Me miró de arriba a abajo con menosprecio.
—Ya he mandado a dos hombres allí, ¿qué espera hacer usted que ellos no consigan? —No me lo podía creer. Lo que me faltaba: un hijo de puta machista y encima jefe.
Ojo, lo ideal sería no tener que señalar a nuestros lectores que esa palabra que hemos utilizado es una ironía o que su significado no es el propio. Tendría que ser capaz de saberlo mediante el contexto. Por lo que no aconsejo que cada vez que utilicemos un doble sentido, una ironía, etc. la señalemos con cursiva o la entrecomillemos. Si vemos que no queda claro el verdadero significado de la frase, quizás es que tengamos que reformularla.
Palabras que no se usan por su significado, sino en referencia directa a ellas como elementos de la lengua (los llamados usos metalingüísticos)
—Inspector Alonso Pérez —se presentó, haciendo hincapié en la palabra inspector—. Jefe de turno de los zetas.
Lo que os dé la real gana.
¡Toma ya! Pues sí. Ahora estoy leyendo un libro (de la saga de Malaz: El Libro de los Caídos) cuyo autor, Steven Erikson, transcribe los pensamientos de los personajes íntegros en cursiva, sin poner «pensó».
Yo mismo en Las puertas del infierno transcribí una carta que recibe el protagonista en cursiva.
¿Y si estamos en un texto en cursiva y hacemos referencia a un título? Pues la ponemos en redonda.
Bueno, pues eso es todo, amigos. Espero que os haya resultado útil la lección de hoy. Os esperamos en el siguiente artículo de Aula Underground.
Nota: Este artículo se publicó originariamente en el blog del Grupo LLEC
