POR JL PRIETO
Bienvenidos a una nueva edición de LOS LUNES AL .
A lo largo de las próximas semanas vamos analizar, de una forma más o menos breve, varios de los discos que cumplen 30 años de existencia en este 2022. Estos son los cinco que forman parte del primer volumen. ¿Preparados para un viaje atrás en el tiempo?
R.E.M
Automatic for the people (1992)
Un 5 de octubre de 1992 salía a la luz Automatic For The People, el octavo disco de estudio de la banda de rock alternativo, R.E.M. Antes de entrar a valorar la repercusión del mencionado álbum veamos de donde venían los de Michael Stipe y compañía.
Ni sus propios miembros, cuando entraron en estudio un año antes, en 1991, pudieron predecir lo que estaba a punto de suceder. De ser una banda de culto a todo un referente en el ámbito internacional. Curiosamente, ese status de banda de culto es el que parece que tienen de nuevo, pocos elogios para una banda tan influyente. Desde su cese como banda, nadie parece acordarse de ellos.
Ya en su predecesor, el fantástico Out Of Time (1991) nos dejaba entrever los derroteros que iba a tomar la banda. Como ejemplo de ello dos éxitos: “Shinny Happy People” (del que luego renegarían por su carácter de comercial) y “Losing My Religion” (tema que llegarían a versionar varios artistas, destacando la realizada por los Metal/Ghoticos italianos Lacuna Coil.
Nadie estaba preparado (menos ellos) para la aceptación masiva de una obra tan personal como es Automatic For The People, disco cuyas ventas superan los 20.000.000 de copias. Pocos discos cuentan con una colección de singles tan potentes como los que se encuentran aquí. ¿Cuántos tienen como background lírico la muerte y no sonar depresivos?
Entre los temas que se encuentran en este plástico podemos resaltar algunos de los más relevantes del rock alternativo: “ The Sidewinder Sleep Tonite”, “Everybody Hurts” o el que he elegido para acompañar al artículo. Los seis singles que se extrajeron del álbum ocuparon importantes posiciones en los charts y listas de la época. Aquí en España tuvieron una gran aceptación gracias a los 40 Principales, cuando eran aún un referente (copia más bien de la MTV) de lo que estaba de moda en lo referente a la música nacional e internacional.
“Drive” podría considerarse el anti-single por antonomasia: sin estribillo, de ritmo funerario. Los ejecutivos de Warner debieron quedarse con la boca abierta cuando escucharon el tema que la banda quería lanzar como primer single. El vídeo, en blanco y negro, con Michael Stipe avanzando sobre las masas como un mártir, parecía presagiar que iba a ser todo un suicidio comercial, pero fue justo lo contrario. No debemos olvidarnos que estamos en 1992, en pleno auge del Grunge, de la Generación X (de la que hemos hablado anteriormente en esta misma sección). La leyenda no había hecho más que echar a rodar.
Extremoduro
Deltoya (1992)
En el ámbito nacional, 1992 fue una añada de grandes discos. En Plasencia, Cáceres, Extremadura, en 1987, surgió una banda de Rock que iba a dar mucho que hablar. La peculiar forma de cantar de Robe (Roberto Iniesta), ha sido muchas veces imitada, nunca igualada. La banda pasaría en unos pocos años de tocar en antros de mala muerte a hacerlo en estadios ante miles de fans que los aclamaban como si fueran los Rolling. Yo tuve la suerte de verlos ambas etapas: la primera mucho más caótica, en la que el Robe lo mismo te insultaba desde el escenario que se quedaba medio desnudo (con esa apariencia de toxicómano), la segunda ya convertido en un semidios.
Para público y crítica existen dos Extremoduros, el de antes de Pedrá (1995) y el de después, con el éxito de Agila (1996). Lo que viene siendo desde la incorporación a la banda del ex Platero y Tú, Iñaki Antón “Uoho” (primero como músico invitado, después ya asentado en su formación). Otros ven tres etapas (razones no le faltan a unos y otros). En cualquiera de los casos “Deltoya” es considerado como un álbum de cambio.
La mejor forma de definir lo que hacían los Extremoduro es Rock Transgresivo (Robe lo define como un cruce entre Leño y sus admirados Triana), nombre que sirvió también de titulo para su primer álbum en 1989. No son pocos los que dicen que los de Plasencia nunca reunieron tan puñado de clásicos como en esa primera grabación. Entre éste y el mencionado Deltoya publicaron Somos unos animales (1991). Con el primero comparte una producción que pudiéramos tildar de cutre (algunos ven en ello algo positivo), pero lo cierto es que este segundo trabajo fue un claro paso atrás en su carrera. Deltoya fue otra cosa desde su génesis. Era la primera vez que la banda, formada por aquel entonces por Robe (Voz y guitarra), Salo (Guitarra), Carlos “el Sucio” (bajo) y Luis “von Fanta” (batería), con el respaldo de una discográfica: DRO. Hasta ese momento la banda apenas había visto un duro, y lo que les quedaba a la banda por delante. Lo de Extremoduro con las discográficas fue toda una cruzada por los derechos.
El mayor cambio vino dado por la idiosincrasia que hay detrás de este álbum. Roberto Iniesta (Robe) está pasando por un elemento delicado, le ha dejado la churri, se ha trasladado a Madrid, se siente solo. Todo ello se deja ver en la composición de las letras, en las que se vislumbra reflexiones más personales. Algunos han criticado este álbum precisamente por eso, porque con este disco los Extremoduro fueron abandonando la crítica social (señal del rock urbano). No puedo estar más en desacuerdo. La música es una fuente inagotable, un medio de expresión, la crítica social está bien, pero lo poco agrada y lo mucho empacha. Bien por Robe, que vislumbró el camino que iba a llevar la banda en el futuro y también la suya personal. En lo estrictamente musical es un poco más variado de lo que nos tenía acostumbrados, pero sin apartarse del camino ya emprendido.
No seré yo el que caiga en el elogio hacia Robe, figura que con el paso de los años parece haberse endiosado. Con las letras de Robe siempre he tenido una sensación de amor/odio. Por momentos rayando lo sublime, en otros casos lo más vulgar. En algunos casos, como en “Sol de invierno”, tema con el que se inicia el trabajo, confluyen ambos sentimientos.
De este tercer trabajo se extrajeron varios éxitos imperecederos, además del tema inicial ya mencionado tenemos: “De Acero”, “Volando Solo” (es escucharlo y me entran ganas de apretarme un calimocho), “Deltoya” (la versión de Fito y Fitipaldis en Por la boca vive el pez es digna de escucha, por lo distinta que es de la original), “Papel secante” o “Estado Policial”.
En Deltoya tenemos la colaboración de importantes figuras del ámbito musical nacional: Salvador Domínguez (de los míticos Banzai) y Ariel Rot (Tequila, Los Rodríguez).
El tema elegido para acompañar es “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, con letra de Manolo Chinato, poeta nacido en Puerto Béjar, aunque dice sentirse extremeño de adopción, con el que también colaboraría en el proyecto Extrechinato y tú (Poesía Básica), junto a Fito Cabrales. Si no has escuchado este último ya estás tardando.
Megadeth
Countdown To Extinction (1992)
Uno de los discos que más habré escuchado en mi vida es éste. Recuerdo que lo tuve que comprar otra vez en vinilo de tanto uso y que el panfleto del de la edición en CD está más arrugado que una pasa. También lo tuve en cassette, pero se lo dejé a alguien (no recuerdo a quién) y nunca me lo devolvió. Sí, soy un enfermo de la música y, según que trabajos, me gusta tenerlos en diversos formatos.
En el podcast de este grupo “Historias detrás del pentagrama” ya salió el nombre de Dave Mustaine, el guitarrista pelirrojo más famoso del mundo, o al menos del trash metal. Su salida de Metallica, de la cual fue parte de su formación original, fue traumática. En el podcast se explican los motivos.
El nombre de la banda es toda una historia. Mustaine se había encontrado un panfleto, en el que se leía la palabra “Megadeath”, que por un error ortográfico quedaría de forma definitiva como Megadeth. En el podcast decíamos que Mustaine pretendía vengar su salida de Metallica formando una banda que fuera aún más rápida que ellos, y vamos que lo consiguió. La calidad de Dave a las seis cuerdas es algo que no necesita ni de elogio ni es necesario contrastar, es un hecho, una realidad, por algo es todo un referente. Un influencer de influencers, diría yo.
El éxito masivo y el reconocimiento de la crítica especializada (este vino un poco después, cuando ya era más que evidente) vino de la mano de Rust In Peace (1990). Para algunos (entre los que me incluyo) como el mejor álbum de trash metal de todos los tiempos. Pero antes de ello Mustaine ya había dado forma a varios temas imprescindibles del género, que no voy a mencionar aquí porque no toca.
Con Countdown to Extinction se produce un hecho, hasta ese momento insólito, por primera vez se repite formación. El sucesor del Rust In Peace fue ejecutado por Mustaine (voz y guitarra), Marty Friedman (guitarra solista), David Ellefson (bajo) y Nick Menza (batería). La producción corrió a cargo de Max Norman (nunca me cansaré de decir lo importante de esta figura en un disco), repitió en sus siguientes dos trabajos de estudio. ¿Y qué me dicen de la portada? Con ese anciano levitando en la celda, todo un clásico, que relegó por primera vez a Vic Rattlehead (el icono de la banda) a la contraportada).
El señor Mustaine aprendió la lección del Blak Album (1991) de Metallica. Para sonar fuerte, no era necesario tocar los riff más rápidos que nadie. Al fin y al cabo, eso ya lo había hecho. Por lo que para su siguiente trabajo decidió simplificar las cosas, con cortes más accesibles. Entre el redoble de batería de la inicial “Skin O´ My Teeth” y la explosiva “Ashes In Your Moth” (menudo duelo de solos de guitarra) tenemos cinco singles.
Quiero resaltar la labor Nick Menza, que en este trabajo hace toda una MasterClass en cuanto a tocar la batería, con un magistral uso de los platillos (sí, esas cosas que parecen platos volantes, y que no están ahí para nada). Los solos de guitarra no solo están entre lo mejor del género, es simplemente que Mustaine y Friedman fueron un tándem para la historia. Nunca Dave cantó con tanta aspereza y mala leche como en este disco. Son sus fraseos, su forma vehemente de interpretar lo que dice, sin recurrir al grito o lo gutural.
El tema elegido no puede ser otro que Symphony Of Destruction, un clásico entre los clásicos. En latinoamérica es toda una eminencia y se usa, por el público, el riff inicial para cantar aquello de: “Aguante Megadeth”.
En lo particular, nunca olvidaré la primera vez que me encontré con el pelirrojo más famoso del metal, fue en un backstage. No pude más que quedarme embobado mirando a un tipo que había regresado del mundo de los muertos. Dave Mustaine fue durante unos segundos certificado como muerto, para regreso al mundo de los vivos cual ave Fénix. Lo cierto es que su lucha contra las drogas es todo un ejemplo, como lo fue tras el accidente que sufrió en su mano derecha y que le obligó a empezar de nuevo a ejercitar sus dedos para poder tocar la guitarra. Tampoco debemos olvidar su batalla contra el cáncer de garganta, que no ha impedido que este año, sí, tengamos un nuevo álbum de estudio de Megadeth.
Joaquín Sabina
Física y Química (1992)
No creo que a estas alturas sea necesario presentar a tan distinguido artista. Física y Química era su octavo disco de estudio, aún faltaban unos años para el pelotazo que iba a suponer 19 días y 500 noches (1999), pero el de Úbeda ya se había labrado una carrera como artista, que ya quisieran para si muchos. Una gran mayoría considera este álbum como uno de los fundamentales de su discografía.
La producción corrió a cargo de Antonio García de Diego y Pancho Varona. En su anterior trabajo, Mentiras Piadosas (1990) Sabina comenzó la conquista latinoamericana con unas giras extensas que no se conocían desde Rocío Dúrcal. No es de extrañar que se eligiera como carta de presentación un tema como “Y nos dieron las diez” (en los años posteriores llegarían “Por el boulevar de los sueños rotos”, Noches de boda” y muchas más. Esta ranchera es ya todo un clásico, incluso prestó sus primeros versos a Enrique Urquijo para sus “Ojos de gata”.
Por aquel entonces Joaquín todavía tenía mucho gusto por el swing, algo que queda claro en un tema como “Conductores suicidas”. Otro clásico imperecedero del disco es “Yo quiero ser una chica Almodovar” y así hasta un total de once canciones, con el sello Sabina.
Aunque Sabina nunca ha sido de mi agrado ( me gustan temas sueltos), este disco lo escuché mucho. Mi hermano, del cual heredé esta pasión enfermiza por la música, era un fan de este Sabina, más del que vendría después. El tema elegido para acompañar el artículo, uno que siempre me ha despertado un buen rollo. ¿Acaso existe alguien sobre la faz de la Tierra que no haya escuchado “La del pirata cojo? Pues sí Joaquín, «de entre todas las vidas yo escojo la del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhán capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera».
4 Non Blondes
Bigger, Better, Faster, More! (1992)
Para terminar este primer volumen, un clásico de los 90. No, los 4 Non Blondes no necesitaron de una gran trayectoria para hacerse famosos, de hecho solo publicaron este álbum. Tampoco es un hecho sin precedentes, mucho más repercusión tuvieron los Sex Pistols con su único larga duración, el afamado Never Mind the Bollocks Here´s the Sex Pistols (1977).
Los 90 fueron la década de la eclosión de lo alternativo y el tema “What´s Up” fue uno de los más radiodos de la época. Aquí en España, como le sucedió a otros muchos artistas, nos llegó con retardo. Seguro que cuando pinches el enlace caerás en la cuenta de semejante temazo.
La banda no siguió por diferencias creativas, aunque otros dicen que fue porque difícilmente iban a superar este hit. Sea como fuera, lo que es un hecho es que su líder, Linda Perry, no abandonó del todo el mundo de la música. De hecho, suya es la autoría de algunos temas de lo más relumbrón de artistas como Cristina Aguilera, Celine Dion, Alicia Keys, Hole, Adele, Miley Cyrus o Pink.
Hasta aquí este Vol. 1 de 30 años de… El próximo lunes otros cinco discos que rememorar. ¡Esto es todo, amigos!