POR JL PRIETO
Tercera entrega de nuestro especial «30 años de…» en el que rememoramos cinco nuevos discos que cumplen tres décadas. ¿Preparados para un viaje atrás en el tiempo?
Rage Againts The Machine
Rage Againts The Machine (1992)
Un ejemplo claro de banda que nunca pudo superar su primer y exitoso álbum debut es el de los angelinos Rage Aganins The Machine. Lo cierto es que los de Tom Morello y Zack de la Rocha se pusieron el listón muy alto con este incendiario (nunca mejor dicho) primer larga duración.
Son varios los factores que influyeron en el éxito de este lp. Por un lado tenemos a su frontman Zack de la Rocha, un furioso y crudo vocalista cuyo estilo rapero nunca fue en detrimento de la energía que reclamaba y potencia que requería la banda. Criticable (eso sí) puede ser el contenido socio-político de sus letras, cuando lo haces desde el respaldo mediático y monetario de una multinacional. Ridículo más bien.
Por otro lado tenemos el sonido de la banda como conjunto, tan propio y original como poderoso y electrizante. No de extrañar que tras su escisión de Zack, el éxito del supergrupo Audioslave, al que se unió uno de los voceras más grandes del rock, Chris Cornell (Soundgarden).
El carácter incendiario de este trabajo no solo reside en unas letras claramente de izquierdas, se puede ser testigo desde su portada, con la fotografía del monje budista quemándose a lo bonzo. El hombre se llamaba Quang Duc, natural de Vietnam, y la instantánea corresponde al momento en el que se inmoló en una calle de Saigón el 11 de junio de 1963, en señal de protesta contra las persecuciones que sufrían los budistas por parte del gobierno.
El tema elegido para acompañar el artículo no puede ser otro que “Killing The Name”, himno generacional, rabia, rebeldía y revolución. Destaco una frase que pasó a la historia de la música contemporánea: “Fuck you, I won´t do what you tell me”. No dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer.
Barricada
Balas Blancas (1992)
Barricada no es la banda nacional más reivindicativa, sin embargo, en su concepción fuero erróneamente encuadrados dentro de la corriente del Rock Radical Vasco. Los Navarros, para cuando llego este Balas Blancas, ya habían facturado siete discos de estudio y un, más que interesante directo (1990). Este último condensa buena parte de sus éxitos más entrañables, por los que ya de por si habrían pasado a la historia del rock estatal. Pero sería Por Instinto (1991) el que los situó en el círculo del mainstream. ¿Acaso alguien rockero o no no ha cantado el mítico “En blanco y negro? Si hasta sonó en Los 40 Principales.
Como dato curioso, este nuevo trabajo de estudio (el que hoy me ocupa) venía después de que tanto Enrique Villareal, “el Drogas” como “Boni” hubieran publicado sus primeros trabajos en solitario. Barricada vendía centenares de miles de copias y su discográfica lanzó la casa por la ventana.
A título personal, me parece mejor que el trabajo de 1991, más cohesionado. El plástico abre con “Conmigo no se juega”, uno de mis temas favoritos. A continuación el tema bandera del álbum y uno de los imprescindibles de toda su discografía, “Oceja Negra”. No debe ser obviada su letra, en la que en voz de “el Drogas” se critica sin tapujo alguno el racismo, pero puesto en boca del opresor, lo que acentúa el mensaje. Otra de las composiciones más destacadas es “No sé bien por qué” (me encantó en su momento y me encanta hoy en día). A mi juicio es el único álbum que puede rivalizar con Rojo (1988 ), aunque pierde por puntos. Eso si, la producción ha aguantado el paso del tiempo, algo que no sucede con su trabajo discográfico de los 80.
Lo que vino después ya es harina de otro costal, con trabajos más desentonados y alguno que roza lo bochornoso, para volver a la primera plana de los medios con La Tierra está sorda (2009 ), pero eso es ya otra historia.
The Black Crowes
The Southern Harmony and Musical Companion (1992)
Uno de mis pecados, musicalmente hablando, es lo tardío que descubrí a esta banda de intrépidos músicos, dispuestos a no dejarse doblegar por lo alternativo, el Grunge o el Brit Pop. Lo suyo fue y el Blues Rock, Folk Rock y mucho (pero mucho) Southern Rock con claro acento setentero. Hay quien dice que ellos son unos de los pioneros del revival. Sin entrar en terrenos siempre movedizos, cosa más de críticos musicales que del público, lo que es evidente es que los hermanos Robinson, además de quererse/odiarse, son dos músicos del copón.
Cuando uno se adentra en la escucha de este álbum, o cualquier otro de su notable discografía, uno tiene la sensación de viajar en moto por el desierto de Arizona. Curioso que yo los descubriera el verano de 1999, en un viaje por carretera de mi tierra natal (León) hacia Asturias. Si cerraba los ojos y me dejaba imbuir por la música, el verde prado se transformaba en arena del desierto y el Puerto Pajares no era más que roca. Es de esos álbum que te sirven como acompañamiento.
Los Black Crowes son una de esas bandas que no siguen la moda, cosa que quedó bien claro con su álbum debut, el fantástico Shake Your Money Maker (1990). De haber despuntado un par de décadas antes no dudo de que podrían haber sido tan conocidos como los Feces de Rod Stewart, los Skynyrd o Ledz Zeppelin. Pero no, lo hicieron en los eclécticos 90, y aunque si hablamos de originalidad le daríamos un cero no tengo ninguna duda de que éste como su anterior trabajo discográfico merecen estar en la lista de los mejores discos de los 90.
Se me hace difícil destacar un tema por encima de otro, aunque me he decantado por “Remedy” porque ejemplifica lo mejor de la banda. Unas guitarras muy de los 70, coros gospel, el organo hammond y la puesta en escena de sus miembros, en la que destaca el carismático (y a veces un poco boca-chancla) Chris Robinson. El Southern Harmony es un álbum de la ostia, en el que en cada escucha descuubrirás nuevos matices, y todo eso teniendo en cuenta que fue grabado en ocho días. ¿Cómo te quedas?
Maná
¿Dónde jugarán los niños? (1992)
No pude con ellos entonces ni ahora, pero no puedo obviar su valía y su proyección musical. Eso está por encima de gustos (cosa que muchos no hacen). Maná nació para asentarse en el mainstream. Es imposible que no hayas escuchado una sola vez, no digamos ya mil veces, algunos de los temas de este disco. Su rock digerible, carnaza de la radio-formula. Que nadie entienda esto último como algo malo, que sin la radio o la MTV (y sucedáneos como Los 40 Principales) esta y otras muchas bandas habrían pasado sin pena ni gloria. Si no escuchaste “Oye mi amor” debiste estar en una caverna.
Para que quede clara la importancia de este álbum, es uno de los 100 discos más vendidos de los 90 en Estados Unidos, y eso que está cantado en la lengua de Cervantes. “Vivir sin aire” ha sido mi elección, un tema que he detestado hasta decir ¡basta!, pero del que entiendo su encanto. Un éxito imperecedero, el deseo de toda banda que se precie. Solo por él (vendrían más después) ya pasarían a la historia del Rock hispano.
Prince
Love Symbol (1992)
“Sexy MF” es una de las canciones más follables ever. No lo digo yo, sino la prensa especializada. “El artista antes conocido como Prince” (seguro que alguna vez escuchaste esto) publicó en 1992 su álbum número 14. Prince Rogers Nelson es un compositor, bailarín, empresario, productor, multiinstrumentista, es el músico total. Odiado y querido a partes iguales. ¿Sabías que llegó a telonear a los mismísimos The Rolling Stone? La cosa no fue bien, no tanto por sus capacidades musicales, sino por la vergüenza ajena que le dio a la dupla Richard/Jager por sus pintas. Sin comentarios.
En este catorce álbum Prince deja claro desde su portada, con el mítico symbol, que desea pasar a la historia no con su nombre, sino como un símbolo. Alguno dirá que “no tiene abuela”. Dejémoslo en eso del tremendo ego del artista polifacético (que lo era). En realidad este trabajo es también conocido como Prince & The New Power Generation, que es lo único atendible de su portada.
Este trabajo fue el último con el que triunfó en España. El tema antes mencionado opaca al resto, siendo uno de los mejores de su discografía (yo me quedaré siempre con el inmortal “Purple Rain”). La gira fue un éxito, en ella participó la bailarina puertorriqueña Mayte García, con la que más tarde se casaría.
En cuanto a lo estrictamente musical es un álbum muy completo, en la que queda patente sus raíces funk, aunque a lo largo del los 18 cortes recoge una buena variedad de estilos y fórmulas. Peca de exceso de duración, como muchos otros discos de la época.
Hasta aquí este Vol. 3 de “30 años de…”, el próximo lunes la última entrega.