Reseña de Los potros del tiempo (2022), Marea

Hoy en LOS LUNES AL 🎼, el espacio musical de esta casa vamos con una reseña, la primera en lo que va de año. Prometo subirla al blog en cuanto los quehaceres de la vida me lo permitan.

La reseña de hoy puede estar plagada de puntos contradictorios, como diría un buen amigo mío (melómano como un servidor) en los diferentes matices reside la clave de la interpretación. Los potros del tiempo es el octavo trabajo de estudio de la banda originaria de Berriozar, Navarra. Marea posiblemente sea la última banda de rock estatal que ha contado con el apoyo masivo de la crítica y público, sin la necesidad del respaldo de radiofórmulas tipo Cadena 100, Cadena Dial o los 40 Principales (40 Criminales para uno), aunque luego se hayan rendido a ellos. Para la crítica especializada tampoco es fácil, parece que hablar mal de la banda de Kutxi sea un pecado. Evidentemente, también cuenta con un buen puñado de detractores, que los acusan de un inmovilismo. Como si eso tuviera que ser de serie un defecto, por no decir algo común en cuanto a las bandas de rock con Ñ se refiere.

¿Y en qué bando se encuentra un servidor? Pues mejor que juzguen otros, antes y ahora siempre me dio igual. En verdad, unos y otros tienen sus razones. Marea no ha inventado nada, lo suyo lo han hecho otras muchas bandas antes. Póngase de ejemplo unos tal Leño (del cual beben unos y otros en esto del Rock urbano), Platero y tú, u otros navarros de nombre Barricada, Los Suaves (mi banda favorita en cuanto a lo de cantar en la lengua de Cervantes). Pero si hay una banda que ha influenciado a Marea es Extremoduro, algo muy evidente en sus primeros tres trabajos de estudios, esos que dicen algunos que son lo mejores. Yo añado que Marea es una de las bandas más sobrevaloradas del rock hispano, «¿y qué joder» parafraseando un mítico tema. También existen influencias foráneas, la más clara la de los hermanos Young (AC/DC), más destacada en sus dos últimos trabajos. Da igual el bando en el que uno se posicione, Marea no engaña a nadie, su intención nunca ha sido la de innovar, están orgullosos de sus influencias y solo por eso me quito el sombrero. Además de todo lo dicho, constituyen una rara avis en esto del rock (no solo hispano, sino también del extranjero) al estar formado 25 años despues por los mismos miembros que le dieron vida en 1997:

Kutxi Romero a la voz.

Eduardo Beaumont, Piñas, en el bajo.

César Ramallo en la guitarra.

David Díaz, Kolibri, guitarra solista.

Alén Ayerdi, batería.

Formados en 1997 bajo la denominación de La Patera, se vieron obligados a cambiar el nombre por Marea (el primero pertenecía a otra banda y no hubo acuerdo por los Derechos de autor), por lo que pasaron a llamarse como iba a llamarse el debut discográfico. La Patera quedaría como título del debut discográfico. De las distintas bandas que surgieron bajo el amparo musical de Extremoduro (no me gusta hablar de copias) Marea es la que más éxito ha tenido. Nada más hay comprobar las reproducciones en cualquier plataforma digital para verificarlo. De aquel rock calimochero de sus inicios queda poco, y sino probar a poner cualquier tema aleatorio de este Los potros del tiempo con cualquiera de La Patera o Revolcon (2000). Más que la música (que también) lo que más ha cambiado a lo largo de estos años es la poesía callejera de Kutxi. Se ha pasado de entonar los himnos de Besos de perro (2002) a la necesidad de tirar de diccionario, para entender ciertas palabras. No digamos ya el significado de sus letras.

Los potros del tiempo (2022) viene a suceder a El Azogue (2017), un disco que ya denotaba una madurez musical. Si eres fan de sus primeros trabajos quédate en el pasado. La producción de este nuevo trabajo de estudio se me antoja más guitarra, siendo un instrumento que brilla. Tampoco nos vengamos arriba, hablo de sonido, no de calidad. Los solis del Kolibri siguen siendo una delicia, sin que estemos ante un guitarrista tipo guitar hero. Hay temas como Buena muerte que huele a clasicazo. Es un trabajo más pausado de lo que nos tiene acostumbrados. La voz de Kutxi ya no es la que era (tampoco en directo), pero se nota un esfuerzo por no repetir esquemas. Seguramente será necesario más de dos o tres escuchas para apreciar todo el contenido de esta producción.

Conclusión:

Si algo me gusta de Marea es que no importa el disco que pongas, habrá temas que te pongan más o menos, pero ninguno está ahí de relleno. Los potros del tiempo son 45 minutos de rock nacional, que sin inventar nada, te hará sentir nostalgia del pasado. Si te gusta el hard rock de los 80, sin duda este álbum será una buena elección.

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Reseña de Neon Noir (2023) de VV.

Artículo 22 de LOS LUNES AL 🎼 (sin contar especiales). Nuestro protagonista de hoy es Villie Valo, el que fuera lider de la banda finlandesa His Infernal Majestic, mejor conocidos como H.I.M.

El próximo 25 de febrero acudiré a La Riviera para encontrarme con un viejo conocido. A HIM los conocí en León en una fiesta universitaria, alguien puso en el reproductor Your sweet 666 el tema de apertura de su segundo disco de estudio, Razorblade Romance (1999), y supe que esa canción me acompañaría de por vida. Luego descubrí que ese álbum escondía otro puñado de pelotazos, Join me death fue el más radiado, haciendo de los finlandeses un habitual de las radiofórmulas. Lo cierto es que la banda de Villie Valo fue una de las bandas más aclamadas del llamado Rock de los 2000, temas como los mencionados o Pretending, The funeral of hearts, The sacrament, se convirtieron en esenciales no sólo de la banda, sino de toda una Generación. Hasta un tema menor como Dark light ha sido seleccionado como uno de los temas referentes para sonar en los hilos musicales de los Centros Comerciales (algún día hablaremos de este tema, cuya música no es nada casual) y anuncios de televisión.

HIM hizo del amor su paradigma. Me río yo de Shakira y BZRP. Villie Valo y compañía llegaron a crear un subgénero propio, el Love Metal, título también de su cuarto y afamado trabajo de estudio. Todo con una estética muy gótica, muy del gusto de la época, en la que lo petaron otras bandas de corte Neogótico como Evanescence, Within Temptation y Nightwish. La primera y única vez que vi a la banda en directo fui testigo de un hecho insólito para mí, algo que solo creía posible en un concierto de Bon Jovi o los míticos Mötley Crüe. Una joven lanzó un sostén, que sobrevoló mi cabeza, y llegó al escenario. VV (que es como se hace llamar ahora el protagonista de nuestro artículo) lo recogió del suelo con la misma indiferencia que daba una calada a su cigarrillo y lo colocó al pie del micro. En ese lugar permaneció el resto de la actuación, para goce y disfrute de la muchacha. Valga por delante decir que aquel concierto fue en el que más féminas vi en mi vida en una actuación de una banda de rock.

NEON NOIR (2023)

VV regresa a la escena musical después de haber dado carpetazo a HIM, del que era su principal compositor, en 2013 tras la publicación de Tears of Tape, aquel álbum en el que cantaba una canción a una chica de labios azules, en clara referencia a la necrofilia. En Neon Noir vamos a encontrar un álbum continuista de aquel, algo que agradará a los fans de HIM, haciendo uso del dicho » yo me lo guiso yo me lo como», puesto que VV además de poner voz, toca cada uno de sus instrumentos. Este trabajo del 2023 es menos guitarrero, hay mayor presencia de los teclados, pero el resto de los elementos que hicieron de HIM una de las bandas más importantes del estrenado milenio están ahí. De los doce cortes tres de ellos los conocíamos de antemano, puesto que con el nombre de VV ya editó un EP en el año 2020, bajo el título de Ghotica Fennica Vol.1, en el que se incluía el hit de este nuevo disco Run away from the sun, que perfectamente expresa esa línea continuista respecto a lo que fue HIM. Del resto de los cortes podemos resaltar el título homónimo del álbum (que acompaña el artículo), Loveletting y Echocolate Your Love.

Neon Noir es un disco que no presenta nada nuevo, hecho en falta un poco la presencia rugosa del bajo de Mige Amour de HIM. VV sigue siendo un maestro a la hora de componer líneas melódicas que se te meten hasta dentro y un letrista soberbio, sin caer en lo explícito del tema de moda en este momento en cuanto a amor despecho se refiere. Por lo que he visto en la red, en directo intercala temas de su ex banda con los nuevos, lo que hará de los directos un disfrute para los nostálgicos. Por lo que también he podido comprobar, VV sigue agarrando el micro de esa forma tan particular, como si de un chupa chus se tratase, al más puro estilo de artistas de los 60. Si es que es todo un gentleman.

PD: Si eres de los que cree que no ha escuchado a este cuarentón resultón (para las féminas) buscar cualquier tema de los mencionados HIM en YouTube y saldrán de dudas. Seguro que más de uno se sorprende. Ya si sobrevuela algún objeto sobre mi cabeza en La Riviera en febrero os cuento. Y si alguno está buscando B.S.O para San Valentín, Neon Noir te sirve para la cena y lo que venga después 😉

Un abrazo amigos culturetas, hasta la próxima semana.

Reseña de Hush (2023). El esperado nuevo álbum de Maneskin

La reseña de esta semana se me ha hecho difícil, no por la complejidad de la misma, sino porque después de la escucha del decimosegundo trabajo de Katatonia (Sky Void of Start) la review que viene a continuación podría palidecer. Por eso he preferido darle más de una vuelta antes de encarar la hora de ponerme a valorar el esperado nuevo disco de los italianos Maneskin.Por si existe alguno que no sepa de que grupo os hablo, son la última irrupción (notable) que ha traído el Festival de Eurovisión, saliendo vencedores en el año 2021. No seré yo el que venga a dignificar tal evento, en el que prima lo político más que lo estrictamente musical, pero (muy) de vez en cuando nos encontramos con algún artista/banda cuya proyección va más allá. Este es el caso del grupo formado por Damiano David (voz), Victoria De Angelis (bajo) Thomas Raggi (guitarra) y Ethan Torchio (batería). Su irrupción en la escena ha sido meteórica, pasando en unos pocos años de interpretar covers en las plazas de Roma a colgar el cartel de «no hay billetes» en lugares como el Palau sant Jordi.

Los romanos no lo han tenido un camino de rosas, se les ha acusado de todo. Hasta de beneficiarse de que dos de sus miembros sean miembros del colectivo LGTBI (como si eso fuera un mal). La parroquia rockera tampoco se lo ha puesto fácil: que si su participación en el X Factor italiano, después en Eurovisión, su codeo (de la noche a la mañana) con estrellas de la música y de la prensa rosa, etc. Si algo tenía claro la banda y la crítica especializada es que su punto de inflexión, para saber si su éxito internacional se iba alargar más allá de Zitti e buoni (con el que ganaron el mencionado festival, canción incluida en su exitoso Teatro d´ira: Vol. 1(2021).

Aquellos que han tachado a los romanos de exceso, ya sea por su estética al más puro estilo del glam metal, que si el postureo, encontraran a lo largo de los diecisiete temas que forman Hush! más leña para echar al fuego. Lo cierto es que sorprende que en tiempos de maxi singles, EPs, de la inmediatez, Maneskin nos vengan con un larga duración, para un total de cincuenta y tres minutos. Por las razones antes mencionadas, la banda se la jugaba, por lo que ha recurrido para la co-producción a Max Martin, responsable de un buen puñado de éxitos a lo largo de estos últimos veinticinco años (Britney Spears, Backstreet Boys, Celine Dion, entre otros).

Rush! Abre con Own My Mind, que desde su apertura con el contuntende sonido de la batería, a la que después se van sumando los demás instrumentos, nos dejan claro que la producción va ser impecable. El tema en cuestión es un ejemplo claro de lo que nos vamos a encontrar a lo largo de los siguientes dieciséis cortes: canciones de excasa duración (la mayoría de los cortes rondan los tres minutos, ideal para las radiofórmulas), estribillo repetitivo y riffs sencillos pero resultones. La COLABORACIÓN del disco no se hace esperar, lamentablemente la presencia de Tom Morello (Rage Against The machine) en Gossip queda reducida a un par de solos. Lo curioso es que el tema se parece más a Franz Ferdinaz que a RATM.

Si sus dos anteriores trabajos de estudio Il ballo della vita (2018) y Teatro d´ira: Vol.1 estaban influenciados por el Rock de los 70 y el hard rock de los 80. En este caso los nuevos temas nos van a llevar al Rock de principios de los 2000, algo que queda evidente en el tercer corte, el primero lento. El estribillo de Timezone desprende un tufo a My chemical Romance que tira para atrás. El primer tema que se me ha atragantado (no será el último) es Bla, bla, bla. Un dance rock que se va a repetir en Baby Said con diferente tresultado, sin que este último sea tampoco nada del otro mundo.

Otro aspecto a tener en cuenta es que para este tercer trabajo de estudio han recurrido al inglés, en detrimento de su italiano natal, que queda reducido para un puñado de canciones de forma puntual. En cuanto a la lírica, muchos de los temas nos hablan del éxito inmediato, dejándonos su visión al respecto. Recuperando el hilo, Gasoline es un claro tema que lo va a petar en directo, un exponente claro de lo que es el rock de estadio (tan vigente a principios de los 2000). Seguro que alguno recuerda el escándalo que Maneskin protagonizó en el Festival de Eurovisión, cuando al pobre de Damiano David se le acusó de estar «supuestamente esnifando» en las mesas durante el periodo del voto. La circunstancias quedó aclarada poco después, pero por si acaso nos lo deja claro en Feel, el primer tema que compusieron de un total de cuarenta, para luego quedarse en las diecisiete. Por si no ha quedado claro: nada de drogas. En Don´t wanna sleep empezamos a notar una repetición de contenido, resaltando apenas su solo de guitarra en primerísima línea (también muy propio de ese rock de los 2000).

Pocos experimentos vamos a encontrar en Hush!, y viendo el resultado de Kool Kids, mejor que sea así. En esta ocasión nos acercan de forma descafeinada a un post punk en el que Damiano exagera mucho la voz. Los dos siguientes cortes If not for you (segunda lenta) y Ready Your Diary no aportan nada nuevo. Si acaso este último que me recuerdo a unos descafeinados Daft Punk. Cuando ya el álbum se me empieza a hacer cuesta arriba llegan los temas en su italiano natal, como si fueran un Ep intermedio: Mark Chapman, La Fine, Il dono della vita me parecen de lo mejor del conjunto. De estos tres me quedo con el ritmo in crescendo del segundo, en el que además ponen de vuelta y media a la clase política italiana (algo que se puede extrapolar a nuestra clase dirigente, of course). Para terminar, algo con lo que no me había topado nunca antes en un disco. Los últimos tres cortes: Mammamia, Supermodel y The lonilest han sido utilizados como carta de presentación para este nuevo trabajo de estudio, cuando lo normal es intercalarlos. En lo musical no apotran nada nuevo, salvo que las radiofórmulas se pueden frotar las manos.

Conclusión:
Supongo que más de uno se puede llevar una idea de que el tercer trabajo de Maneskin me ha decepcionado. A mi juicio le sobran algunos temas, y es cierto que me esperaba algo más, pero visto los pocos experimentos, mejor que no se salgan de su línea. De lo que no me cabe ninguna duda es que muchos de estos temas lo van a petar en directo, como ya lo están haciendo en las plataformas digitales. En tiempos en los que el mercado físico está de capa caída, a más temas más beneficios. Una propuesta arriesgada no obstante por excesiva (por duración), algo que también era típico de ese mencionado varias veces del rock de los 2000.

Hasta la próxima amigos de Cultura Underground.

Discos de Rock vilipendiados por la crítica/público 1: Chamaleon (1993) ¿De verdad fue para tanto?

A lo largo de la carrera de una banda encontramos algún que otro traspiés, especialmente en bandas con trayectoria longeva. No se salva de la quema, casi, ningún grupo, tanto la crítica especializada como el público general ha vapuleado sin piedad algún álbum de The Beatles, The Rolling Stones, AC/DC, Lez Zeppelin, Black Sabbath, Deep Purple, Pink Floyd, por solo mencionar algunos de los más grandes de la historia. A lo largo de varios números os hablaré de algunos de los casos más flagrantes. ¿De verdad fue para tanto? Como margen temporal vamos a centrarnos en discos que hayan sido publicados a partir de 1980 y con más de veinte años de trayectoria musical. El elegido para inaugurar esta sección es:


Chamaleon (1993)
Helloween

Helloween es , por sí mismo, la referencia misma del Power Metal (en este mismo blog vamos a desgranar las peculiaridad de los distintos géneros y subgéneros del Rock). Precisamente de lo que adolece Chamaleon es precisamente de esto, de Power Metal. Pero vayamos al principio, no podemos entender este controvertido álbum si no tenemos en cuenta de donde prodedían los de Hamburgo (Alemania). Helloween se constituye como banda en 1984, aunque su origen viene ya de 1978 en la que Kai Hansen y Piet Sielck forman una banda llamada Gentry. Sus inicios, en cambio, no se encontraban en el género que los definió como banda, ya que en un principio su estilo estaba más en la línea de lo que es conocido como el Speed Metal. Una banda de la talla de Megadeth reconoce a los germanos como uno de los precursores en cuanto al uso de guitarras endiabladamente rápidas. La primera formación (o la reconocida en su mayoría) estaba compuesta por: Kai Hansen (voz y guitarra), Michael Weikath (guitarra), Markus Grooskopf (bajo) e Ingo Schwichtenber (batería).

El primer Ep, de título homónimo, se publicó en 1985. El mismo año sale a la venta su primer larga duración, el legendario Walls of Jericho. El tema Ride the Sky es el mejor ejemplo del estilo que practicaba la banda en esa época. También queda patente que Kai Hansen es un guitarrista brillante, pero su voz dejaba mucho que desear.

En 1987 llegaría a las tiendas uno de los álbum emblema del Power Metal: Keeper Ff The Seven Keys, part 1. Kai cede el testigo de la voz a un jovencísimo (no había cumplido los 20 años) Michael Kiske. No me quiero extender mucho a la hora de hablar de este trabajo, porque no es lo que toca hoy, pero si os diré que es uno de esos discos imprescindibles en la colección de todo buen melómano y que la canción Halloween (aquí en su versión corta) es una de las más influyentes del power metal como género. En cuanto a la labor de Kiske, os recomiendo la escucha de A tale that wasen´t Right, una balada con mayúsculas, en las que alcanza unas notas estratosféricas. No lo intente imitar en su baño, es posible que además del ridículo rompa el espejo.

Un año después llegaría a las tiendas, Keeper Of The Seven Keys part. 2. Aquí encontraremos un buen puñado de clásicos, entre los que se incluye el archiconocido I Want Out. En realidad, ambas partes fueron grabadas en conjunto y divididas en dos volúmenes. La discográfica se negó a publicarlos como álbum doble. Pese a los años transcurridos y cientos de escuchas, sigo sin poder decantarme por ninguna de los dos partes. Lo peor de este periodo fue la salida de Kai Hansen («por discrepancias musicales», se dijo). El guitarrista formaría poco después Gamma Ray, y a quien dice (con no poca razón) que se llevó el sonido «Happy» de Helloween para su nueva banda.

El cambió de orientación que trajo consigo Pink Bubbles Go Ape (1991) no fue bien entendido, ni por sus fans ni por la crítica. Entre los temas más rescatables Mankind (uno de mis favoritos, no solo de este álbum sino de toda su discografía) y The Chance (de los pocos temas que ha sonado en directo con posterioridad). El sustituto de Hansen sería Roland Grapow, un guitarrista que puede no tener la destreza del primero, pero que ni mucho menos es manco. Por cierto, la portada de este disco es obra de Storm Thorgerson, el gurú de las portadas de Rock, del que ya os hemos hablado en este blog.

Y llegamos al controvertido Chamaleon (1993). En lo que seguo vamos a estar todos de acuerdo es en que tiene una de las portadas más simples y feas que se hayan visto. Como dije al principio de este artículo, de lo que adolece este nuevo trabajo de estudio es de la ausencia (casi total) de Power Metal. Basta con ver la ficha técnica de varías páginas dedicadas a ello: Hard Rock, Blues Rock, Pop psicodélico, Funk, pero ni rastro del estilo que los encumbró como banda. Alguno ha querido ver en este disco un giro hacia lo comercial. ¿En serio? Estamos en 1993 y lo que estaba de moda era el grunge, todo lo demás sonaba a añejo.

El primer corte, First Time, podría decirse que es una continuación de su anterior trabajo de estudio. Es a partir de When The Sinner (primer single) cuando empezamos a notar que esto no se parece en nada a lo escuchado hasta ahora. El tema lo firma el propio Kiske y de hecho no hubiera desentonado (para nada) en su álbum debut en solitario, Instant Clarity (1996). Si este tema nos puede sonar más a pop que a Rock, ¿qué decir de un corte como I Doný Wanna Cry No More o Crazy? Solo en Giant se podrá encontrar a unos Helloween más reconocibles. No quiero dejar pasar por alto los solos de guitarra de este álbum, entre lo mejor de toda su discografía (por variedad y técnica, que no todo es velocidad).

La variedad de temas, hacen de este disco una montaña rusa sonora. Algo que queda más que patente en la nana (así tal cual) de Windmill, firmado por Weikath. Muchas bandas del Rock Progresivo consideran Chamaleon como un referente y temas como Revolution Now, Music o I Believe son un claro ejemplo. A destacar la variedad de instrumental, en los que podemos encontrar teclados, instrumentos de viento y sinfónicos.

Chamaleon estaba destinado a ser un fracaso desde su concepción. No siempre accesibilidad es sinónimo de comercial. El público también le dio la espalda, haciendo de su gira un fracaso. A mitad de ésta abandonó la formación Ingo, aquejado de sus problemas esquizofrénicos. El batería terminaría suicidándose en 1995 tras lanzarse a las vías del metro. Hay una leyenda urbana que dice que llevaba puesta una camiseta de la banda, como si eso fuera relevante.

Michael Kiske sería invitado a abandonar la banda, considerando que él tuvo la culpa del cambio de registro. A partir de entonces, Weikath toma la manija de los de la calabaza. De las distintas baladas que atesora Chamaleon resalta Longing, en la que el vocalista nos deja una interpretación vocal soberbia.

A partir de aquí se abrió un periodo incierto. Helloween regresaría a sus raíces con Master Of The Ring (1994) con Andi Deris a las voces. Cantante que sin alcanzar los tonos altos de su predecesor le dio a la banda una mayor variedad de registros. Con él al frente han publicado hasta diez trabajos de estudios, unos con mayor suerte, otros olvidables. La ansiada vuelta de Kiske y Hansen a las filas de la banda llegó con la gira Pumpkins United Reunion World Tour (2017-2018) y un nuevo trabajo de estudio Helloween (2021) en el que Deris, Kiske y Hansen comparten las labores a las voces. Un servidor lo disfrutó de lo lindo a su pase por Madrid, pero esa es ya otra historia. Skyfall es ya un clásico entre los clásicos.

Conclusión

Chamaleon es un álbum que peca de varios defectos, entre ellos la excesiva duración (algo muy extendido en los discos de la década de los 90). El mayor error, para crítica y público, fue la renuncia al género que los encumbró. Vilipendiado por la mayoría, para un buen puñado de bandas supuso un referente. Por mencionar solo una de ellas, unos tales Dream Theater. Este trabajo de 1993, merece una nueva revisión, no es tan malo como algunos han querido hacer creer. Tal vez solo necesites ser un poco más abierto de miras y no cerrarte en exclusividad a su etapa powermetalera.

En el próximo número os hablaré del traspiés de una de las bandas más influyentes del metal. Ni siquiera ellos se libraron de la chanzas y la crítica de la prensa especializada.

Reseña de Megadeth (The Sick, the Dying & the Dead!) y Blind Guardian (The God Machine)

Si a lo largo de este artículo algunos términos te son desconocidos no te preocupes, a lo largo de las siguientes semanas (si no lo hemos hecho antes en algunos de los números ya publicados) intentaré poner un poco de luz. Dicho sea esto, y siguiendo la línea de las últimas semanas, este lunes traigo dos nuevas reseñas. Ya advertí que este 2022 iba a ser muy prolífico en cuanto a publicaciones. Hoy les ha llegado el turno a los nuevos trabajos de Megadeth y Blind Guardian.

The Sick, the Dying… and the Dead! (2022)
Megadeth

En el podcast de Historias detrás del pentágrama ya os hablé de la figura de Dave Mustaine (ex Metallica). Su despido de la formación de San Francisco fue tan lógico como relevante. Lógico porque la banda liderada por Lars Ulrich James Hetfield sabían que lidiar con un tipo tan problemático (como era entonces Dave) no les iba a traer más que problemas. El paso del tiempo ha demostrado que la decisión fue acertada, demasiados gallos en un mismo gallinero no es algo aconsejable, y Mustaine no era de los que se dejaría doblegar tan fácilmente como su sustituto, Kirk Hammett. De haber seguido el pelirrojo más famoso del metal en la banda la historia de Metallica no habría sido la misma. Ni mejor ni peor, solo distinta.
Lo que más molestó a Dave Mustaine no fue su salida por la puerta de atrás (lo dejaron tirado en una estación de autobuses en Nueva York con un billete de vuelta a Los Ángeles en las manos, esto ya ha sido explicado en el podcast antes mencionado), sino que sus ex compañeros usaran su trabajo. Los dos primeros discos de estudio tienen temas firmados por él, y hay quién dice que debieron de haberle mencionado en algunos más. Si uno escucha los primeros trabajos de estudio de Megadeth se dará cuenta que es verdad, su forma de componer es tan personal como lo son sus solos de guitarra.
Relevante fue su expulsión porque sin ella no hubiera nacido Megadeth, banda que nació con la premisa de ser más rápidos que Metallica. Y lo consiguió, ejemplo de ello es su álbum debut, Killing Is My Bussines Is Good! (1985), pese a una pobre producción. Más destacados fueron Peace Sells… But Who´s Buying (1986) y So Far, So Good… So What! (1988). El álbum que los catapultó al estrellato fue Rust In Peace (1990), para muchos el mejor álbum de Trash Metal de todos los tiempos. Buena parte de culpa la tuvo la dupla de Marty Friedman y Dave Mustaine. A este le siguieron otros trabajos, no menos importantes, como Countdown To Extinction (1992) o Youthanasia (1994). La cosa se torció con la publicación de Risk (1999), que precipitó la salida de Friedman. A partir de entonces les sucedieron discos más o menos acertados, The System Has Failed (2004) o Endgame (2009) con otros prescindibles como Super Collider ((2013)
Que Dave Mustaine es un superviviente es algo más que demostrado. Ha pasado por más de una decena de veces por una clínica de desintoxicación, de sus muchas adicciones. Llegó a estar clínicamente muerto, para regresar cual Ave Féniz al mundo de los vivos. Por si no fuera poco con eso, sufrió un accidente en su mano derecha que le obligó a empezar de cero. Más recientemente fue diagnosticado de cáncer de garganta, lo que le obligó a pasar por un arduo tratamiento.
The Sick, the Dying… and the Dead! (2022) viene a suceder a Dystopia (2016), disco que dejó un muy buen sabor a críticos y público. La publicación del decimosexto trabajo de estudio de Megadeth sufrió varios parones, primero fue la pandemía, luego el mencionado cáncer, y por último la salida del miembro más duradero de la formación, Dave Ellefson (1983-2002, 2010-2021) debido a un escándalo sexual. De hecho, la toma de bajo fue regrabada por el propio Mustaine y Steve DiGiorgio (Testament), aunque será James LoMenzo el que se encargará de esa faceta en el directo.
Los doce nuevos temas se dividen entre piezas más elaboradas, que se salen del patrón A-B-A como el tema título con el que se abre, Night Stalkers o Dogs Of Chernobyl. Este último me recuerda mucho a su disco Countdown To Extinction, salvando las distancias. Para aquellos amantes del trash metal más tradicional hay temas como Life In Hell y Célebutante, en los que hallaremos riffs muy rápidos y pesados como antaño. La parte intermedia es más floja, ni Sacrifice o Junkie me han terminado de convencer. La cosa se vuelve animar con Killing Time (precedida de un interludio totalmente prescindible), dejando para el final dos buenos temas. No podemos obviar el tema gringo por antonomasia que viene de la mano de Soldier On! (con temática de guerra, ya muy trillada) Para rematar Mission To Mars y We´ll Be Back, que bien podría parecer una composición de hace 30 años. Aquellos que se hagan con la versión Deluxe se encontrarán con dos covers: Police Truck de Dead Kennedys y This Planet´s on Fire (Burn in Hell) de Sammy Hagar.
Después de una vida disoluta, y los problemas de garganta antes mencionados, la voz de Mustaine está muy lejos de sus buenos tiempos, mucho más grabe. No me ha gustado (para nada) el uso de samplers en algunos de los temas. De lo que no hay ninguna duda es que tanto Mustine como Kiko Louredo, son una pareja de guitarristas que no desmerece a la de su época dorada. Como ejemplo de ello el tema que acompaña este artículo, que cuenta con la colaboración del rapero Ice-T, en una de las colaboraciones más extrañas.


No, no supera a Dystopia, pero mantiene un buen nivel. Y de lo que no hay ninguna duda es que Megadeth siguen siendo más rápidos que Metallica, al menos a la hora de interpretar los riffs. The Sick, the Dying… and the Dead! será bien apreciado por los aficionados a las guitarras, aunque en general sea un trabajo irregular en su conjunto.

The God Machine (2022)
Blid Guardian

A los bardos más famosos del metal los descubrí a muy temprana edad, y lo hice en un enclave muy particular: en Hospital de Orbigo (localidad muy cercana a mi ciudad natal, Astorga, León). Para aquellos que no se sitúen, es una de las paradas obligatorias de todo peregrino del Camino de Santiago. Allí tuvo lugar el llamado “Paso honroso”, que tuvo como involucrado a un tal Suero de Quiñones. Seguro que Mireia Giménez Higón os podría hablar mucho de ello. Hacía ese punto acudía cada verano, además de por sus justas (que a día de hoy se siguen celebrando) para darme un chapuzón en el río.
La culpa de mi gusto por el rock se lo debo, en parte, a unos primos muy metaleros. Ellos me llevaron a conocer a un buen puñado de bandas que van más allá de los grupos de marras que todo el mundo conoce o a oído hablar alguna vez: The Rolling Stones, Led Zeppelin, Queen, Black Sabbath, Pink Floyd, KISS, Iron maiden, etc. Una de las bandas que más llamó mi atención, en esos días, fue la de una formación de Krefeld, Alemania: Blind Guardian. A ellos les debo más que un puñado de canciones y algún que otro disco (alto) recomendable. A ellos les he de agradecer mi pasión por la literatura fantástica, descubriéndome a autores como Tolkien o Moorcock. Posiblemente sean el grupo de rock más literario de la historia.
Es curioso como las dos agrupaciones que hoy ocupan este artículo partieran de un mismo punto para luego desarrollar propuestas tan diferentes. Ambas agrupaciones se iniciaron desarrollando un speed metal, pero si en el caso de Megadeth se acabaron decantando por el trash metal, los alemanes tenían la influencia del NWOBHM, para después decantarse por un power metal (género de profundo arraigo en nuestro país, dicho sea de paso) con tintes épicos.
La banda liderada por Hansi Kürsch (uno de los vocalistas más sosos en el escenario pero con un timbre único, imitado pero nunca igualado) y el guitarrista André Olbrich se consagraría con su disco de 1992, Somewhere Far beyond, en la que se incluye The Bard´s Song (de ahí su apodo de bardos). Si te enamoras de esta bella canción no te preocupes, a muchos les ha pasado.


A este trabajo le siguieron los imprescindibles Imagination from the Other Side (1995) y Nightfall in Middle-Earth (1998). Este último es un álbum conceptual basado en la novela El Silmarillion de J.R.R. Tolkien, pero como no pudieron hacerse con los derechos de autor (poderoso caballero es Don Dinero), se vieron obligados a cambiar los nombres por otros, aunque quede claro de qué se habla. Su siguiente trabajo, A Night at the Opera (2002) provocó un cisma entre sus seguidores, debido a la predilección por lo “pomposo” con el empleo de orquestas cada vez más grandes. Aquí se inicia el periodo más progresista de la banda con álbumes cada vez más complejos, y difíciles de ejecutar en directo.
Los Guardianes Ciegos se posicionaron para llevar a cabo la B.S.O. de El señor de los anillos, pero una vez más no se llegó a un encuentro por culpa de las pretensiones económicas de aquellos que tienen el legado de Tolkien. La idea de un disco orquestal se mantuvo a lo largo de los años, viendo la luz en 2019 bajo el título Legacy of the Drak Lands, junto a la Orquesta Filarmónica de Praga. La temática del disco (enteramente orquestal, sin guitarras ni batería) sirve de secuela a la novela The dark Lands, escrita por Markus Heitz. Una escucha nos sirve de aproximación a lo que hubiera sido la banda sonora de la mencionada película de haberlo llevado a cabo nuestros bardos.
The God Machine viene a suceder a Beyond the Red Mirror (2015), disco que seguía la línea de pomposidad de sus últimos trabajos de estudio. A estas alturas nadie se esperaba una vuelta al pasado, que tampoco es tal. Este trabajo del 2022 es fruto de la sapiencia de los años, pero volviendo al riff como elemento principal en la composición, algo que queda patente en el tema inicial, Deliver Us from Evil.
Lo primero que ha llamado mi atención del conjunto de los nueves temas que lo conforman es que han vuelto al uso de teclados, dejando a un lado las orquestaciones antes mencionadas, los coros ocupan un papel más secundario (más contenidos). Composiciones como Damnation o Architects of Doom nos devuelve a su época más dorada. No falta la balada por antonomasia, Let it Be No More. Pero si hay un tema que destaca por encima de todos es uno de los que sirvió de adelanto, Secrets of American Gods, maravillosa de principio a fin, con una letra basada en American Gods de Neil Gaiman.


Referencias literarias en el disco, muchas: Las brujas de Salem de Arthur Miller, Crónica del asesino de reyes de Patrick Rothfuss, entre otras.
Puede que Megadeth y Blind Guardian no formen partes de mis predilecciones actuales, pero siempre es un gusto una vuelta al pasado a través de su música, con dos discos que miran el tiempo ya vivido pero con la frescura de los nuevos tiempos. Dos bandas imprescindibles que son parte de mi niñez y madurez. Ellos forman parte de mi cultura como melómano declarado y confeso.

Atentos al próximo lunes que comienzo con uno de los tres especiales que he pensado para esta nueva temporada.

Comentario/reseña de «WILL OF THE PEOPLE» de Muse

Por JL Prieto

La pandemia postergó numerosos trabajos, entre ellos el que hoy vamos nos ocupa. Uno de los más esperados de este 2022 es este Will Of The People de Muse. Y no lo digo yo, basta con mirar cualquier web, lista, para encontrar entre ellos el noveno trabajo de estudio de la banda formada por Matt Bellamy (voz, guitarra y teclados), Chris Wolstenholme (bajo) y Dominic Howard (batería).

Will Of The People viene a suceder al controvertido Simulation Theory (2018), que no contentó ni a crítica ni a público. Esto último me ha hecho elaborar una lista de diferentes discos vilipendiados por crítica y/o público, bajo el subtítulo: ¿de verdad fue para tanto? Atentos a próximas entregas en esta misma sección.

El problema con Muse es el de otras muchas bandas, cada nuevo lanzamiento se espera otro Origin Of Symetry (2001) o un nuevo disco en la dirección de Absolution (2003) o Black Holes and Revelations (2006), lo cual es un error. La mayor parte de las bandas componen su obra cumbre en sus primeros tres o cuatro trabajos, aunque excepciones las hay. Si a eso añadimos que Muse es una de esas formaciones que no se han cansado de experimentar con su sonido, difícilmente vamos a encontrar un nuevo lanzamiento en esa dirección.

Desde la publicación de The 2nd Law (2012), algunos van más atrás, a The Resistence (2009), es difícil encontrar alguna canción destacada más allá de los singles de turno. No estoy de acuerdo con esta apreciación, pero para gustos los colores. Simulation Theory fue un desastre a nivel de ventas, no así de público, haciendo de los de Teignmouth, Devon, Inglaterra, Reino Unido, una de las bandas preferidas para ver en directo. Mientras otras muchas otras bandas, que cuentan con el respaldo de las radio fórmulas, a penas logran congregar a un nutrido número de personas en salas de mediana capacidad, Muse revienta las taquillas de grandes estadios. Al César lo que es del César. A título personal son una de las pocas bandas que han conseguido emocionarme (hasta hacerme llorar) en vivo. Pero yo ya tengo el culo pelado, y no seré yo el que diga que sus últimos trabajos han mermado en cuanto a creatividad.

Tras el fiasco de su octavo trabajo de estudio, la compañía discográfica les propuso elaborar un «Grandes Hits» con algún tema nuevo. Bellamy y los suyos se negaron, prefiriendo realizar diez nuevos temas, que bien pueden ser un resumen de toda su trayectoria. De hecho, esta fue la premisa a la hora de enfrentarse a este nuevo disco de estudio. No se vosotros, pero yo prefiero escuchar algo nuevo. Para un «Grandes Exitos» prefiero tirar de una play list.

A continuación vamos a hacer un breve comentario de cada uno de los diez temas que forman parte de este Will Of The People, que tanto está dando de hablar desde su publicación el pasado 26 de Agosto. Los dos bandos enfrentados, aquellos que adoran a Muse incondicionalmente como los haters, tienen razones para sus argumentos.

Will Of The People

La cosa empieza mal, pero que muy mal. Me cuesta aceptar que una banda tan creativa que ha compuesto temas como «Muscle Museum», «New Born», «Plug in Baby», «Hysteria» o «Starlight» hayan recurrido al plagio más descarado. El coro con el que se inicia es un calco del «The Beautiful People» de Marilyn Manson. Pero la cosa no queda ahí, el fraseo de las estrofas me recuerda a aquel «American Idiot» de Green Day. Por supuesto, todo esto pasado por el filtro de Muse. Si no es uno de los peores temas de toda su discografía cerca andará. La letra de esta canción resumen un poco el resto de temas. Nada nuevo tampoco: el mundo en el que vivimos da asco (nada más hace falta mirar los telediarios), está en nuestras manos poner remedio a esto. Un mensaje que nos lleva a su disco The Resistence y a otros muchos temas a lo largo de su legado.

Compliance

He de ser justo, la primera vez que escuché el tema me dejó un bajón a la par que su predecesor, pero por razones bien distintas. Con el paso del tiempo, y tras numerosas escuchas (algo esencial a la hora de enfrentarse a cualquier trabajo de Muse) ha ganado enteros hasta convertirse en una de mis favoritas de este nuevo disco. El tema abre con unos sintetizadores New Wave que quitan el hipo. No hubiera desentonado (para nada) en un capítulo de Strangers Things. Podría haber formado parte del mencionado Similation Theory e, incluso, de The 2nd Law. En cualquier caso es un tema muy simple para lo que Muse nos tiene acostumbrados. Mención especial para el bajo de Chris, extraordinario como suele ser habitual en él. Lo mismo podría decirse de Dominic, que sin ser el mejor batería en cuanto a técnica, le imprime a cada tema lo que necesita; sin añadidos superfluos.

Liberation

Para muchos el peor de todo el conjunto, no puedo estar menos de acuerdo. El tema inicia como aquel «Neutroan Star Collision Love Is Forever» con el que colaboraron en la B.S.O. de Eclipse (de la saga Crepúsculo). Pero mientras aquella canción se desarrolla como una balada, este «Liberation» se convierte en un tema épico, que bien podrían haber firmado los mismísimos Queen. Que Bellamy es un gran fan de Freddie Mercury no es ningún secreto. Aquellos que odian los falsetes, mejor pasar al siguiente tema, porque aquí hay unos cuantos (pero de calidad). Pese a la referencia a Queen, aquí no veo una copia descarada, sino un homenaje en toda regla.

Won´t Stand Down

Este fue el primer adelanto de Will Of The Peple y vino precedido de un hype en toda regla: «Muse se pasa al metal». Y todo esto porque encontrarnos un riff más propio de una banda como Metallica que de Muse. Si uno hecha la vista atrás, escuchará cosas similares en temas como «Assassin» de su trabajo del 2006. Es un tema 100% Muse que nos hará recordar los tiempos de Absolution, donde no hubiera desentonado para nada. Aquellos que estuvieron en el Mad Cool dieron buena cuenta de su buena acogida entre el público.

Ghost (How Can I Move On)

En cualquier trabajo de Muse encontrarás alguna que otra balada, pero pocas tan minimalistas como esta, en la que el piano es el único protagonista (con algún teclado más), además de la voz prodigiosa de Bellamy. En este caso, nos encontramos ante un tema de desamor, ideal para que en directo sus dos compañeros de banda tomen un descanso. Para parte de la crítica especializada, el mejor de los diez. Yo lo posiciono en segundo lugar, hay otro tema que consideró que está por encima.

You Make Me Feel Like It´s Halloween

Difícilmente encontraremos un paralelismo con cualquiera que hayan realizado con anterioridad. No todos los experimentos funcionan, este es un craso ejemplo de ello: Muse hace un claro guiño a la temática Halloween. El tema es horroroso de principio a fin, no lo salva ni el solo de guitarra, que dicho sea de paso no pega ni con cola, por mucho «guitar hero» que nos parezca. Más de uno le dará al botón de adelante para evitar escuchar semejante vejación sonora. Eso si, no me extrañará que lo encontremos en alguna película de serie B con la mencionada temática de referencia. El tema tiene su propio videoclip, dicho sea de paso. Si sientes curiosidad te vas a YouTube

Kill Or Be Killed

Después del desastre anterior, lo único que toca es remontar el vuelo. Y nada mejor que el que es, para mí, el mejor de todo el conjunto. El lado más guitarrero de Muse queda palpable aquí, con ese riff inicial que se te clava en tu memoria. En varias entrevistas Matt Bellamy ha declarado que últimamente escuchaba mucho a Slipknot (al parecer su hijo es un gran fan de la banda de Des Moines, buen gusto el del chaval). Dejando a un lado similitudes (que las hay) el tema es marca de la casa, y podría haber formado parte de sus primeros trabajos. Para aquellos que nunca han presenciado un directo de Muse, cosa que has de remediar, el videoclip que acompaña es una aproximación a lo que uno puede vivir.

Verona

Como me sucedió con «Compliance», un tema que gana en opinión con cada nueva escucha. Ese sonido «Space» con el que nos deleitaron en los dos primeros trabajos queda aquí patente. Quizás le falta romper al final para que mi valoración fuera mejor. En cualquier caso, un tema que seguro que ganará enteros en sus presentaciones en vivo, como le ha sucedido a muchos otros temas, supuestamente menores.

Euphoria

No sé si decir que odio este tema o lo adoro. Tengo sentimientos encontrados. Es, con creces, el que más me ha costado comentar, y sigo sin tener claro cuál debe ser mi valoración (que como el resto puede diferir de la tuya). Por momentos me lleva al no tan bien valorado Drones (2015), otras al mencionado Black Holes and Revelations, incluso a Simulation Theory. Podría ser una mezcla de todo y nada. Lo que es indudable es que es un tema de ritmo festivo que solo podría haber compuesto Muse.

We Are Fucing Fucked

Desde «Knight Of Cydonia» de su trabajo del 2006, cada tema que cierra un álbum es comparado con éste, lo cual hace que las comparaciones sean odiosas. No es un mal cierre, creo que resume bien el resultado final de este Will Of The People. Un colofón que nos deja, como el resto del conjunto, una sensación de que Muse ha tirado de repertorio anterior (alguno dirá que autoplagio), de temas faltos de inspiración, pero que en esencia nos suenan a Muse.

OPINIÓN FINAL

Si tomo como bueno que Muse ha preferido componer diez nuevos temas con sabor añejo a un «Greatest Hits» lo compro. En cualquier caso está muy lejos en cuanto a creatividad. Soy consciente de que he recurrido mucho a esta palabra a lo largo del artículo, pero si por algo se ha caracterizado a Muse es por eso: CREATIVIDAD. Veremos cuál es su siguiente paso.

En cualquier caso, Muse seguirá llenando estadios, haciendo disfrutar a miles de fans. Y, por supuesto, seguirá llenando páginas de haters. Después de la debida escucha, ¿en qué lugar te encuentras tú? Deja tu opinión en los comentarios.


Comentario/Reseña de AfterLife de 5FDP

Por JL Prieto

Hoy en LOS LUNES AL 🎼comentario/reseña del nuevo álbum de 5FDP (Five Finfer Death Punch), una de las formaciones de moda de este nuevo milenio, con una base de fans en los EE.UU más que importantes. Bandas de la talla de Metallica o Megadeth (con el fin de atraer al público más joven) los han utilizados de teloneros). La publicación del noveno trabajo de estudio de los de Las Vegas me viene que ni pintado para hablaros de la situación actual del Rock, y también de cómo está la industria discográfica en la actualidad. En los últimos años la valía de un grupo no se mira tanto en el número de discos vendidos (que queda en un segundo plano), primando ahora las reproducciones que se tiene en las diferentes plataformas de streaming, y ahí la formación de Zoltan Bathory, Ivan Moody y compañía es una de las más relevantes, con más de 6.000.000 de escuchas mensuales (que no es poco).

5FDP es una de esas bandas de esta nueva ola que más da que hablar, o bien los adoras o los odias. Cada publicación se llena de críticos que están a favor de su propuesta musical y escénica (que aquí hay de las dos) como de haters. Y alguno se estará, ¿en qué lado me encuentro yo? Pues unos y otros tienen sus razones (objetivas) para pensar de un modo u otro. Intentaré ser lo más equitativo posible, luego tú decides en por cuál de las dos posiciones me decanto.

Uno de los aspectos más difíciles para cualquier grupo es tener un sello personal, algo que los diferencie del resto. 5FDP es una de las bandas abanderadas de este nuevo milenio, manteniéndose en una línea que va desde el Groove Metal (propuesta que puso de moda bandas como Pantera o Sepultura), Metal Alternativo e, incluso, Hard Rock. En próximos números explicaré esto de los distintos géneros musicales dentro del Rock, atentos. Pero que nadie se lleve las manos a la cabeza cuando pinche el primer enlace, que aquí nos encontramos con la versión más accesible de estos géneros antes mencionados. De hecho, esta es una de las claves de éxito de esta banda, una propuesta más cercana a las radiofórmulas que al rock duro. Algo que contrasta con la imagen de sus miembros (aunque aquí más de uno dirá que parecen salidos de un evento de Monster Truck), no digamos ya sus portadas. El primer tema Welcome To The Circus explica cuál es su propuesta, con unos riffs simples pero efectivos, unos coros tan pegadizos como los de los Bon Jovi de los años 80. El contraste es más que evidente.

Le sigue AfterLife, tema que viene que ni pintado para cualquier hater que se precie. Este tema podría haberse incluido en cualquiera de sus discos anteriores y no hubieras notado la diferencia. Es cierto, que desde su debut con The Way Of The Fist (2007) hasta este noveno trabajo no encontraremos mayores evoluciones dentro de su sonido, también es verdad que nos basta con unas pocos segundos para saber que estamos ante una canción de 5FDP. Hasta los solos de guitarra parecen calcos de otros trabajos.

Quizás lo más destacado del álbum, y del resto de su discografía sea la voz de Ivan Moody (que alguno compara, con no poca razón, a Corey Taylor de Slipknot), capaz de pasar desde tonos muy graves a una voz limpia sin despeinarse, manteniendo un buen tipo tanto en los temas de más groove como en medios tiempos y baladas. Un buen ejemplo de ello es el tercer corte Times Like These. A partir de aquí el álbum sigue la línea habitual de cualquier trabajo de estudio, con temas más o menos acertados, pero siempre con el sabor de los de Nevada.

Uno de los temas que más va a dar que hablar (especialmente en el caso de los haters) es Judgment Days, con esa base electrónica y esa voz de caverna que nos va a recordar a Say10 de Marilyn Manson. Para que podáis apreciar esa similitud os dejo el enlace de los dos temas, en el caso del de Ohio encima podéis disfrutar de la participación de Johnny Deep (Holywood Vampire, aunque la mayoría lo vais a relacionar más con su faceta de actor, sí, nuestro Capitán Jack Sparrow). Mejor escuchar por orden y me dais vuestra opinión.

Say10 (para ver el video original con nuestro Capitán Sparrow tendrás que ir a YouTube, porque algunas imágenes pueden herir la sensibilidad).

Judgment Day

Entre IOU (séptimo corte) y The End, con el que cierra, más de lo mismo. Temas más ganchero, medios tiempos y alguna que otra balada para encender el mechero en directo (hasta esto se ha sustituido en los directos de hoy con la dichosa linternita del móvil). Que nadie se frote los ojos si escucha algún tema con sabor a Trap mezclado con Rock. Si los Ghost lo han hecho, ¿por qué no ellos? Otra cosa es si se hace con más o menos acierto.

En resumen, un nuevo trabajo de estudio, que gustará a los más acérrimos del metal moderno y que servirá a los haters para que se ensañen con ellos. Destacar la labor de su productor habitual, Kevin Churko, el cual ha trabajado con artistas tan dispares como The Corrs, Shania Twain, Celine Dion, un tal Ozzy Osbourne, In This Moment o Slash (Guns N´ Roses), con una producción muy en primer plano (salta a la vista en la voz de Moddy). Si cuando escuches algunos de estos temas los acabas tarareando a lo largo del día, no te lleves las manos a la cabeza. Ahí reside la gracia de 5FDP.

El próximo lunes también habrá un comentario/reseña, el próximo viernes sale a la venta unos de los discos más esperados del 2022 (y no solo de este mundo del rock), lo nuevo de Muse: Will Of The People. Aún le tengo que dar alguna escucha más. A buen entendedor pocas palabras bastan.


30 años de… (Vol. 4)

Por JL Prieto

Cuarta y última entrega de este especial en el que rememoramos algunos de los discos que cumplen 30 años de existencias. ¿Preparados para un viaje atrás en el tiempo?

Iron Maiden
Fear Of The Dark (1992)

La banda emblema de la NWOBHM (Nueva ola del heavy metal británico) publicaba em 1992 su decimo primer álbum de estudio. Para entonces la banda liderada por el carismático Steve Harris era ya toda una eminencia y una de las más influyentes de todos los tiempos. Fear of the dark llegaba a las tiendas tras el descalabro, tanto a nivel comercial como de crítica, de su predecesor, No Prayer for the Dying (1990). La situación en el seno de la banda venía marcada por la publicación del álbum en solitario de su frontman, Bruce Dickinson, que en 1990 publicaba Tattooed Millionaire, algo que no agradó Steve.
Fear of the dark marcó un antes y un después en la prolífica carrera de estos británicos. No solo porque después de la gira promocional Bruce abandonará la formación, para volver unos años más tarde. También supuso un cambio en cuanto a la línea a seguir a partir de entonces. Este álbum es considerado por público y crítica como el último clásico de la banda, lo que vino después (tanto en la etapa con Blaze Bayle, como todo lo que siguió con la vuelta de Dickinson a las filas) está más encuadrado en la línea del metal progresivo.
Uno de los cambios más significativos en este álbum vino dado con su portada. El artista creador del icónico Eddie the Head, el gran dereck Riggs no participaría en su concepción, siendo sustituido por Melvyn Grant. Aquí vemos a un Eddie más oscuro, saliendo de un árbol con unos dedos alargados. A la memoria me viene la cara de espanto de mi madre cuando me presenté en casa con la camiseta del nuevo álbum de los Maiden. Je, je, je.
En lo estrictamente musical también hubo cambios significativos. Las baquetas de Nico Mcbrain de la inicial Be quick or be dead (primer adelanto, dicho sea de paso) como una ametralladora, lo emparentaban más con el Trash que con el habitual sonido de la banda. La siguiente, From here to eternity, lo emparentaba más con el hard rock emprendido por el álbum en solitario de su vocalista. En general es un disco más variado que sus predecesores, pero muy lejos de lo que la banda había hecho hasta entonces. La salida de la formación de Adrian Smith tras la publicación del archiconocido Seventh Son of a seventh Son (1988) es palpable. No es que el bueno de Janick Gers sea un mal guitarrista, su estilo es diferente y eso queda patente tanto en este trabajo como en su anterior álbum.
Pero si hubo un tema que destacó por encima de todos es el tema homónimo, un clásico entre los clásicos de la banda, imprescindible en cualquier actuación en vivo. Para mí hubiera sido muy sencillo haber colocado este tema como acompañamiento al artículo, pero me he decantado por la balada Wasting Love. Para mi una de las mejores baladas “Made in 80” (por estilo), aunque haya sido certificada en este 1992. ¡Arriba esos mecheros!

Def Leppard
Adrenalize (1992)

La mayor parte de las bandas de rock que destacaron en los 80, vivieron en la siguiente década un descenso, no solo en cuanto a popularidad sino también de creatividad. Si a eso sumamos la llegada del Grunge primero y el triunfo después de lo alternativo, bandas como Def Leppard, Iron Maiden o Judas Priest parecían abocadas al ostracismo. Eso no quita que tengamos algún que otro álbum rescatable como este Andrenalize. Comparar este álbum con Pyromania (1983) o Hysteria (1987) sería injusto. Los de Sheffield habían pasado por todo tipo de vicisitudes. Primero con el accidente de su batería Rick Allen, que perdió su brazo izquierdo, lo que no le hizo dejar la música ni la formación. Peor parado fue Steve Clark que murió en 1991 cuando contaba con 30 años. Incierto era por tanto el futuro de Def Leppard en la década de los 90.
Adrenalize sigue la línea de sus anteriores trabajos, apostando por el lado más comercial. Temas como Heaven Is, Make Love Like a Man o Have You Ever Needed Someone So Bad así lo demuestran, con mucha difusión en las radioformulas y sus vídeos frecuentemente reproducidos en la MTV y Los 40 Principales. Me he decantado por su primer single, Let´s Get Rocked porque fue un pelotazo en toda regla y porque su videoclip (en su momento) fue uno de los más avanzados de su tiempo. ¿Por qué? Mejor pincha el enlace y lo averiguas.

Faith No More
Angel Dust (1992)

A lo largo de este especial me he cansado de repetir que los 90 fueron el triunfo de lo alternativo. Si tuviera que decantarme por un álbum que mejor ejemplifique esto me decantaría por este inclasificable Angel Dust. No puedo hablar de Faith No More sin hacer una mención al gran Mike Patton, vocalista excepcional e influencer (como ahora se suele decir) de un sin fin de artistas, entre los que se incluye Germán González de Skunk D.F. al que dedicamos un monográfico en esta misma sección. Ya en su anterior trabajo, el más que recomendable The Real Thing (1989), los FNM dejaron claro que lo suyo sería difícil de clasificar. Para que os deis cuenta de la importancia de esta banda, que pasó desapercibida con sus dos primeros trabajos (con Chuck Mosley a la voz), deciros que junto a unos incipientes Soundgarden telonearon a los Guns N´ Roses durante el Use Your Illusion Tour.
En este Angel Dust encontramos las virtudes y excesos de un género que hoy en día ha caído en el ocaso y que algún trasnochado desearía que jamás hubiera ocurrido, convirtiendo este trabajo de estudio en álbum de culto. Ojo, que esto no está reñido con el éxito comercial, teniendo en cuenta que ha despachado 6.000.000 de copias. Ahora viene lo difícil, explicar su contenido. Dentro hay metal alternativo, funk, jazz fusión (se viene en un futuro explicar todos estos géneros y subgeneros). Todo esto hace de este álbum complicado de digerir en una sola escucha. Toda esa locura que desprende queda plas mada desde la portada, con esa elegante y majestuosa garza enmarcada en ese sombrío fondo en tonos azulados en contraposición con la grotesca contraportada con reses colgadas listas para ser mutiladas. En lo musical pasamos de momentos luminosos a otros aterradores, sin perder en ello la cohesión. Las letras son realmente perturbadoras, no en un plano gore sino escatológico y kitsch, como si salieran de la mente de un niño psicótico en sus ratos de ocio.
La voz de Patton muestra una madurez, dejando atrás esa voz chillona y bufonesca de su debut, pasando desde melodías pop a líneas hip hoperas y hasta guturales, e incluso coqueteos con el soul. Las guitarras quedan en muchos momentos en un segundo plano, siendo meramente acompañamiento, dejando al bajo un mayor protagonismo, lo mismo que los teclados.
De los catorce cortes que consta este Angel Dust me he decantado por Midlife Crisis, posiblemente el primer tema 100% Nu Metal de la historia, en la que destaca la batería de de Bordin que suena más orientada al hip hop que al funk, con un tono de Patton mesiánico. Quien me niegue que Jonathan Davis (korn) copió a Patton ese estilo debería ir al otorrinolaringólogo.

Fito Páez
El amor después del amor (1992)

El séptimo álbum de estudio del músico argentino Fito Páez es el más vendido de la historia popular argentina con más de 1.000.000 de copias. Cuenta además con la participación de otros emblemáticos músicos argentinos como Luis Alberto Spinetta, Charly García, Gustavo Cerati un tal Andrés Calamaro. De sus catorce canciones diez fueron lanzadas como singles. Es algo así como la Biblia del Pop argentino y Fito su Jesucristo. Más de uno recordará al artista por aquel proyecto junto a Joaquín Sabina, Enemigos Íntimos (1999) cuya gira promocional se vio interrumpida antes de comenzar porque ambos aristas acabaron su relación del mismo modo que indicaba el nombre del disco, con cruce de declaraciones por las dos partes, lo que demuestra el carácter de los artistas implicados.

B.S.O. El Guardaespaldas (1992)

Para terminar este especial de “30 años de…” una de las B.S.O. más destacas de la época (y de toda la historia también). Además de a Whitney Houson en un estado de gracia incuestionable tenemos a otras figuras: Kenny D, Lisa Stansfield, Elvis Costello o Joe Cocker. Me he decantado por Queen of the night, mi preferido del conjunto, esa base funk que tiene el tema me encanta.

Otros discos

La lista de discos que cumplen 30 años en 1992 no termina aquí, solo he mencionado algunos de los más destacados, pero añado varios a la lista solo como mera curiosidad:

  • Human Touch/Lucky Town de Bruce Sprinsteen.
  • Core de Stone Temple Pilots.
  • Welcome To Wherever You Are de INXS.
  • Muy Dediciente de Platero y Tú.
  • La Tortuga de Rosendo.
  • Sangre Española de Manolo Tena.
  • Wish de The Cure.
  • Kerplunk de Green Day.
  • Échate Un Cantecito de Kiko Veneno.
  • Si No Hubiera Que Correr de Revólver.

30 años de… (Vol.3)

POR JL PRIETO

Tercera entrega de nuestro especial «30 años de…» en el que rememoramos cinco nuevos discos que cumplen tres décadas. ¿Preparados para un viaje atrás en el tiempo?

Rage Againts The Machine
Rage Againts The Machine (1992)

Un ejemplo claro de banda que nunca pudo superar su primer y exitoso álbum debut es el de los angelinos Rage Aganins The Machine. Lo cierto es que los de Tom Morello y Zack de la Rocha se pusieron el listón muy alto con este incendiario (nunca mejor dicho) primer larga duración.
Son varios los factores que influyeron en el éxito de este lp. Por un lado tenemos a su frontman Zack de la Rocha, un furioso y crudo vocalista cuyo estilo rapero nunca fue en detrimento de la energía que reclamaba y potencia que requería la banda. Criticable (eso sí) puede ser el contenido socio-político de sus letras, cuando lo haces desde el respaldo mediático y monetario de una multinacional. Ridículo más bien.
Por otro lado tenemos el sonido de la banda como conjunto, tan propio y original como poderoso y electrizante. No de extrañar que tras su escisión de Zack, el éxito del supergrupo Audioslave, al que se unió uno de los voceras más grandes del rock, Chris Cornell (Soundgarden).
El carácter incendiario de este trabajo no solo reside en unas letras claramente de izquierdas, se puede ser testigo desde su portada, con la fotografía del monje budista quemándose a lo bonzo. El hombre se llamaba Quang Duc, natural de Vietnam, y la instantánea corresponde al momento en el que se inmoló en una calle de Saigón el 11 de junio de 1963, en señal de protesta contra las persecuciones que sufrían los budistas por parte del gobierno.
El tema elegido para acompañar el artículo no puede ser otro que “Killing The Name”, himno generacional, rabia, rebeldía y revolución. Destaco una frase que pasó a la historia de la música contemporánea: “Fuck you, I won´t do what you tell me”. No dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer.

Barricada
Balas Blancas (1992)

Barricada no es la banda nacional más reivindicativa, sin embargo, en su concepción fuero erróneamente encuadrados dentro de la corriente del Rock Radical Vasco. Los Navarros, para cuando llego este Balas Blancas, ya habían facturado siete discos de estudio y un, más que interesante directo (1990). Este último condensa buena parte de sus éxitos más entrañables, por los que ya de por si habrían pasado a la historia del rock estatal. Pero sería Por Instinto (1991) el que los situó en el círculo del mainstream. ¿Acaso alguien rockero o no no ha cantado el mítico “En blanco y negro? Si hasta sonó en Los 40 Principales.
Como dato curioso, este nuevo trabajo de estudio (el que hoy me ocupa) venía después de que tanto Enrique Villareal, “el Drogas” como “Boni” hubieran publicado sus primeros trabajos en solitario. Barricada vendía centenares de miles de copias y su discográfica lanzó la casa por la ventana.
A título personal, me parece mejor que el trabajo de 1991, más cohesionado. El plástico abre con “Conmigo no se juega”, uno de mis temas favoritos. A continuación el tema bandera del álbum y uno de los imprescindibles de toda su discografía, “Oceja Negra”. No debe ser obviada su letra, en la que en voz de “el Drogas” se critica sin tapujo alguno el racismo, pero puesto en boca del opresor, lo que acentúa el mensaje. Otra de las composiciones más destacadas es “No sé bien por qué” (me encantó en su momento y me encanta hoy en día). A mi juicio es el único álbum que puede rivalizar con Rojo (1988 ), aunque pierde por puntos. Eso si, la producción ha aguantado el paso del tiempo, algo que no sucede con su trabajo discográfico de los 80.
Lo que vino después ya es harina de otro costal, con trabajos más desentonados y alguno que roza lo bochornoso, para volver a la primera plana de los medios con La Tierra está sorda (2009 ), pero eso es ya otra historia.

The Black Crowes
The Southern Harmony and Musical Companion (1992)

Uno de mis pecados, musicalmente hablando, es lo tardío que descubrí a esta banda de intrépidos músicos, dispuestos a no dejarse doblegar por lo alternativo, el Grunge o el Brit Pop. Lo suyo fue y el Blues Rock, Folk Rock y mucho (pero mucho) Southern Rock con claro acento setentero. Hay quien dice que ellos son unos de los pioneros del revival. Sin entrar en terrenos siempre movedizos, cosa más de críticos musicales que del público, lo que es evidente es que los hermanos Robinson, además de quererse/odiarse, son dos músicos del copón.
Cuando uno se adentra en la escucha de este álbum, o cualquier otro de su notable discografía, uno tiene la sensación de viajar en moto por el desierto de Arizona. Curioso que yo los descubriera el verano de 1999, en un viaje por carretera de mi tierra natal (León) hacia Asturias. Si cerraba los ojos y me dejaba imbuir por la música, el verde prado se transformaba en arena del desierto y el Puerto Pajares no era más que roca. Es de esos álbum que te sirven como acompañamiento.
Los Black Crowes son una de esas bandas que no siguen la moda, cosa que quedó bien claro con su álbum debut, el fantástico Shake Your Money Maker (1990). De haber despuntado un par de décadas antes no dudo de que podrían haber sido tan conocidos como los Feces de Rod Stewart, los Skynyrd o Ledz Zeppelin. Pero no, lo hicieron en los eclécticos 90, y aunque si hablamos de originalidad le daríamos un cero no tengo ninguna duda de que éste como su anterior trabajo discográfico merecen estar en la lista de los mejores discos de los 90.
Se me hace difícil destacar un tema por encima de otro, aunque me he decantado por “Remedy” porque ejemplifica lo mejor de la banda. Unas guitarras muy de los 70, coros gospel, el organo hammond y la puesta en escena de sus miembros, en la que destaca el carismático (y a veces un poco boca-chancla) Chris Robinson. El Southern Harmony es un álbum de la ostia, en el que en cada escucha descuubrirás nuevos matices, y todo eso teniendo en cuenta que fue grabado en ocho días. ¿Cómo te quedas?

Maná
¿Dónde jugarán los niños? (1992)

No pude con ellos entonces ni ahora, pero no puedo obviar su valía y su proyección musical. Eso está por encima de gustos (cosa que muchos no hacen). Maná nació para asentarse en el mainstream. Es imposible que no hayas escuchado una sola vez, no digamos ya mil veces, algunos de los temas de este disco. Su rock digerible, carnaza de la radio-formula. Que nadie entienda esto último como algo malo, que sin la radio o la MTV (y sucedáneos como Los 40 Principales) esta y otras muchas bandas habrían pasado sin pena ni gloria. Si no escuchaste “Oye mi amor” debiste estar en una caverna.
Para que quede clara la importancia de este álbum, es uno de los 100 discos más vendidos de los 90 en Estados Unidos, y eso que está cantado en la lengua de Cervantes. “Vivir sin aire” ha sido mi elección, un tema que he detestado hasta decir ¡basta!, pero del que entiendo su encanto. Un éxito imperecedero, el deseo de toda banda que se precie. Solo por él (vendrían más después) ya pasarían a la historia del Rock hispano.

Prince
Love Symbol (1992)

“Sexy MF” es una de las canciones más follables ever. No lo digo yo, sino la prensa especializada. “El artista antes conocido como Prince” (seguro que alguna vez escuchaste esto) publicó en 1992 su álbum número 14. Prince Rogers Nelson es un compositor, bailarín, empresario, productor, multiinstrumentista, es el músico total. Odiado y querido a partes iguales. ¿Sabías que llegó a telonear a los mismísimos The Rolling Stone? La cosa no fue bien, no tanto por sus capacidades musicales, sino por la vergüenza ajena que le dio a la dupla Richard/Jager por sus pintas. Sin comentarios.
En este catorce álbum Prince deja claro desde su portada, con el mítico symbol, que desea pasar a la historia no con su nombre, sino como un símbolo. Alguno dirá que “no tiene abuela”. Dejémoslo en eso del tremendo ego del artista polifacético (que lo era). En realidad este trabajo es también conocido como Prince & The New Power Generation, que es lo único atendible de su portada.
Este trabajo fue el último con el que triunfó en España. El tema antes mencionado opaca al resto, siendo uno de los mejores de su discografía (yo me quedaré siempre con el inmortal “Purple Rain”). La gira fue un éxito, en ella participó la bailarina puertorriqueña Mayte García, con la que más tarde se casaría.
En cuanto a lo estrictamente musical es un álbum muy completo, en la que queda patente sus raíces funk, aunque a lo largo del los 18 cortes recoge una buena variedad de estilos y fórmulas. Peca de exceso de duración, como muchos otros discos de la época.

Hasta aquí este Vol. 3 de “30 años de…”, el próximo lunes la última entrega.


30 años de… (Vol. 2)

POR JL PRIETO

Segundo volumen de nuestro especial «30 años de…». Cinco nuevos discos que cumplen tres décadas en este 2022. ¿Preparados para un viaje atrás en el tiempo?

Alice In Chains
Dirt (1992)

Aunque Nirvana, con su album Nevermind (1991) pasara a la historia como la banda emblema del Grunge, el disco que mejor supo captar la esencia de la llamada Generación X fue el Dirt de Alice In Chains. Al menos, en cuanto al mensaje de sus letras. Furia, confusión, melancolía, depresión, locura, culpa, angustia, mentira, entre otras son las sensaciones condensadas en un sentimiento autodestructivo, sello de uno de los discos más representativos de los 90. Hace un tiempo, en una revisión que hicimos del álbum, junto a otros colegas, llegamos a la conclusión de que no es un disco de fácil escucha, y no digamos ya a la hora de captar el mensaje de sus letras. Yo iría más allá, si no estás en tu mejor momento emocional, las letras de algunas de sus canciones te pueden conducir a la más profunda devastación. No es de extrañar, por tanto, que algunas de sus letras hayan sido utilizadas en cartas de suicidas. Pero esa es otra historia.
Musicalmente hablando, y pese ha considerarse dentro de la corriente Grunge, Dirt es un álbum que bebe más de otras fuentes musicales. No podemos obviar que los riff de Jerry Centrel son claro deudores de Tony Iommi (Deep Purple). El trabajo al bajo de Mike Starr es monumental, perfectamente complementado a la batería de Sean Kinney. Pero si hay un protagonista en este disco es la voz del malogrado Layne Stanley, capaz de convertir la desolación en belleza. Dirt es un epitafio de un hombre lleno de demonios, de un hombre que sentía que había cruzado la línea y que ya no habría retorno, haciendo suyo el dicho de: «vive deprisa y muere joven».
Dirt es quizás involuntariamente un álbum conceptual, ya que la temática de las canciones refleja la rabia y desesperación de una generación hastiada con su entorno, que vio en las drogas una vía de escape. De los doce cortes que forman el disco me he decantado por el último corte. “Would” no solo es el tema más conocido de Alice in Chains, también el más alternativo del conjunto. El tema está inspirado en la muerte de otro ícono del Grunge, Andrew Wood, vocalista de Mother Love Bone. La forma de cantar de Stanley aquí siempre me ha erizado la piel. ¿A ver si sucede lo mismo con vosotros?
Insisto, no escuches este álbum si emocionalmente no te encuentras bien. Advertido quedas.

Bon Jovi
Keep The Faith (1992)

Este 2022 se cumplen 30 años del (para mí) último álbum de Bon Jovi, con permiso del irregular Thees Days (1995). Todo lo que vino después, incluidos recopilatorios y demás, parecía estar más encauzado al éxito de las radio formulas. ¿Acaso alguien me puede decir alguna otra canción memorable, más allá de los “Always”, “It´s My Life”, “Everyday” o “Have a Nice Day? No, por mucho que lo intentes no conseguirás hacerme entender un álbum de conjunto. El último fue este o con puntillas su sucesor.
“Keep The Faith” pudo no haber salido a la luz. De hecho, a inicios de los 90 nadie apostaba por un nuevo trabajo de los de New Jersey, la dupla Sambora/Jon Bon Jovi parecían más interesados en sus recién estrenados trabajos individuales. Mucho habían cambiado las cosas en el terreno del Hard-Rock, y cuando lo alternativo parecía tragarse a todas las bandas emblema de los 80, sale a la luz este discazo. Vale, puede que para los fans más acérrimos tanto Slippery When Wet (1986) como New Jersey (1988) sean mejores (y los son en algunos aspectos), pero eso no resta la valía de este quinto esfuerzo discográfico.
Valga por delante decir que, Bon Jovi no son una de mis bandas favoritas. Tampoco es que guarde un gran recuerdo de mi única vez que los vi en vivo, aunque siendo justos fue en su época más reciente. La peor. Sin embargo, guardo un gran recuerdo de este álbum. En primer lugar, los Bon Jovi sonaban diferentes. Atrás parecía quedar ese Hard-Rock ochentero con sabor a Wester (sin que eso sea malo). La labor del productor, Bob Rock (”Black Album” de Metallica) es fundamental, lo mismo que la de otros gurús del sonido Hard: Randy Staub y Desmond Child”. Recuerdo la primera vez que puse el vinilo en mi viejo tocadiscos, sonaba que te ca*. Lo sigue haciendo hoy, de hecho es uno de los trabajos discográficos a los que mejor ha sentado el paso del tiempo. Se puede disfrutar desde su inicial “Believe” hasta su cierre con “Little Bit of Soul”. Peca, como otros trabajos de los 90, de una excesiva duración. Hay algún tema de relleno, no nos vamos a engañar.
Entre los cortes más destacados se encuentra el tema homónimo. Visualiza (una vez más) las primeras imágenes del videoclip y te queda claro que la cosa viene de cambios. No solo por lo musical, esa intro del bajo a la que se suman los demás instrumentos es una de las más reconocidas del género. Pero si nos vamos a lo estrictamente visual, además del corte de pelo de John (en su momento base de todo tipo de chanzas, como si fuera la única estrella del Rock que ya se hubiera cortado las greñas) podemos apreciar que la indumentaria de sus miembros es 100% de los 90, dejando atrás las mallas ochenteras. Dentro se incluye también la soporífera (para mí) power balada de “Bed of Roses”, que sigue la línea de “November Rain” de sus coetáneos Guns N´Roses. Mucho más interesante que las dos ya mencionadas es “Dry County” (una de las mejores de su discografía). Mucho sonó en mis cintas TDK de varios el “If I Was Your Mother” y reconozco haber puesto el “In these Arms” para tratar de conquistar alguna chavala en mis tiempos mozos (con y sin éxito).
En resumen, un buen disco que se deja disfrutar, diferente en cuanto a sonido, y en la que no les duele prendas reconocer la influencia de gente como The Black Crowes, que también lo petaron con su Hard Rock sureños, o en el caso de este “I´ll Sleep When I´m Dead” de claro índole Stoniano (The Rollin Stone). El vídeo, además, es muy divertido.

Madonna
Erotica (1992)

De un Sex Symbol masculino ( Jon Bon Jovi) a una de las Sex Symbol de todos los tiempos. ¿Alguien puede decirme que la Madonna de Erotica no estaba de pan, pan y moja? Sí, ahí la tenía en poster en mi habitación al lado de un buen puñado de grupos que lo petaron a finales de los 80 y principios de los 90.
Muchos consideran Erotica como un fracaso o un paso atrás en su creciente discografía. Tanto como un fracaso después de haber vendido 6.000.000 de discos solo en EE.UU es mucho, pero si lo comparamos con las cifras de Like a Prayer (1989) que despachó 15.000.000, sí fue un paso atrás. Pero no todo en esta vida se mide en números.
Para comenzar con este disco tan subido de tono se nos viene la primera pista y primer sencillo homónimo, “Erotica”, con un estilo Trip-Hop (una especie de música electrónica lenta, bailable) y una letra provocativa, que será la base de todo el conjunto. Mucho antes de que nos atormentarán las letras de Bud Banny, la reina del pop cantaba sutilezas como: “Te daré amor, te golpearé como un camión, te daré amor, te enseñaré como…Aaahhh”. O en otras: “Me gustaría ponerte en el trance, en todo”, “Hay una cierta satisfacción, en un poco de dolor”. El video musical no se queda atrás. Seguro que más de uno se puso palote.
La provocación no fue entendida por parte de la crítica musical de la época, y pese a que no es uno de sus discos más vendidos, Erotica no hizo más que acrecentar la leyenda de la Reina del Pop. Y todo esto en 1992, en plena época Grunge y con el triunfo de lo alternativo de por medio.

Roxette
Tourism (1992)

Desde Suecia nos llega este duo formado por Marie Fredriksson y Per Gesssie. Su fórmula (claramente orientada a la radio formula) es clara, pero además se lo montaban muy bien en directo. Nunca buscaron una revolución, estaban centrados en mantener en marcha su fábrica de hits y así lo hicieron durante unos buenos diez años.
Tourism llegó cuando se encontraban en la cima de su popularidad, tras el millonario Joyride (1991), de hecho la base de este nuevo trabajo se concibió en la gira promocional. Las canciones están grabadas en distintos lugares del mundo, unas registradas en vivo, otras en habitaciones de hotel con la instrumentación mínima, también las había grabadas en estudio. Lo que a priori, parece ser una propuesta arriesgada les salió bien. Buena parte de culpa la tuvo el single de presentación, que fue carne de cañón de las radios y de la MTV. No me entretengo más, pincha el enlace y rememora uno de los hits de todos los 90.

Siniestro Total
Ante Todo Mucha Calma (1992)

Para terminar este segundo volumen un álbum patrio. No creo que sea necesario presentar a estos gallegos, que en plena época de la Movida Madrileña pusieron en marcha su propia movida, con un punk (pasado por el filtro gallego) deslenguado como no se había visto hasta entonces. El álbum en directo (grabado en Valencia en 1991, pero editado en 1992) fue su cénit de reconocimiento. El disco en estudio anterior, En Beneficio de Todos (1989) venía de conseguir el disco de oro (de los de entonces) y la gira se prolongó durante casi año y medio. El resultado fue uno de los mejores directos que se ha grabado en el rock estatal. ¿Por qué?
En primer lugar por la formación. Es el único directo oficial que cuenta con la participación de Miguel Costas (que canta la mayoría de los temas) y Julián Hernández compartiendo protagonismo en voces y guitarras. La banda la completaba Ángel González, Javier Soto y Segundo Grandío.
En segundo lugar porque el disco es un compendio casi perfecto de los siete discos anteriores. No falta ningún himno, porque la capacidad de crear himnos populares con letras humorísticas no sería visto hasta la llegada de unos tal Mojinos Escozios.
Para terminar, esa capacidad para convertir temas como el “Highway To Hell” de AC/DC o “Sweet Home Alabama” en propios, con unas letras desenfadadas.
Siniestro Total son un ejemplo de unos músicos que iban a lo sencillo (sin florituras), de como cantar las cosas sin caer en lo explicito. La lista de temas supera los treinta, díficil decantarme por uno solo.
Después llegó Made in Japan (1993), otro gran disco de estudio y tras él la marcha de Miguel Costas por desavenencias musicales con Julián Hernández. Nada volvió a ser lo mismo desde entonces, pero esa es ya otra historia.

El tema elegido, «Bailaré sobre tu tumba» (con algunas imágenes del mencionado directo) hoy algún meaplilas lo criticaría por lo explicito de su letra. En fin, hay gente con la piel muy fina.

Hasta aquí este Vol. 2 de “30 años de…”, el próximo lunes más.