Crítica de 72 Seasons, Metallica

De los discos más esperados del 2023, independientemente de si la lista fuera más afín o no al rock, en todas ellas aparecía en letras mayúsculas el undécimo trabajo de estudio de Metallica. Después de haberlo estado escuchando desde hace un par de semanas antes de su publicación (ventajas de haber trabajado en este mundillo de la crítica musical), más que respuestas lo que me han despertado es alguna que otra pregunta. ¿De verdad era necesario un nuevo disco de estudio?
Si eres un fan boy de los de San Francisco no sigas leyendo, no quiero que te salga ninguna úlcera. ¿Quién a estas alturas puede esperar un disco relevante de la formación de San Francisco? Sus tiempos de gloria se remontan al pasado. Mal que les pese a muchos, el último disco en el que quisieron innovar fue St. Anger (2003) y la cosa no salió bien. A partir de ahí la banda se puso en modo piloto automático. Death Magnetic (2008) nos trajo a los Metallica más insípidos que se recuerden, y eso que en las labores de producción estaba un tal Rick Rubin. El sonido era impecable, pero los temas no había por dónde cogerlos. Y para colmo de males se atreven con un The Unforgiven III. Si en ocasiones segundas partes no son buenas no digamos ya terceras. La cosa remontó un poco el vuelo con Hardwired… to Self-Destruct (2016), en el que han quisieron congraciarse con los fans de los primeros tiempos, pero la cosa se quedó en algún tema resultón y poco más. Para añadir más leña al fuego (me pongo en modo pirómano) el siempre discutido Hammett perdió toda su labor creadora (riffs, solos de guitarra) al perder (valga la redundancia) su teléfono móvil. ¿Quién guarda su trabajo en un smartphone? Seamos serios XD, que estamos hablando del guitarrista de la banda de metal más famosa del mundo, la banda de rock más influyente en los últimos 25 años y parte de un grupo que se gestiona como una empresa. No obstante, estos tipos tienen participaciones en un sinfín de empresas que les reporta tanto o más dinero que lo que consiguen bajo la firma de Metallica.
Puyas aparte, tampoco es que los de The four Horsemen necesiten demostrar nada a nadie a estas alturas. Si uno mira sus setlist se dará cuenta que la mayor parte lo componen temas de su etapa entre 1983 y 1991, con alguna incursión en los Load y ReLoad (96 y 97). El punto culminante de popularidad (que no es lo mismo que de ventas truanes) llegaría con el disco sinfónico S&M (1999). A partir de ahí la cosa se torció en cuanto a creatividad se refiere.


72 Seasons Review
Y después de esta larga introducción llegamos a 72 Seasons, el undécimo de su catalogo, sin contar rarezas como la de Lulú (2011). Repite a la producción con Greg Fidelman. El disco como el del 2016 suena de cojones, eso no se puede dudar. Pero las comparaciones no terminan ahí, el título que da nombre al disco, en honor a las etapas de una persona hasta convertirse en adulto (aunque esto no se vislumbra ni el tema título, tampoco es el primer caso) se emparenta en sonoridad al disco predecesor. Si algo podemos remarcar de este 72 Seasons es el inicio de bajo, que me recuerda a un tema de la B.S.O de Pulp Fiction. Me alegro por Robert Trujillo, que lleva como bajista más tiempo que ninguno y parece que su labor siempre ha quedado ninguneado con respecto a Burton y Newsted. Lo más destacado del tema es su parte intermedia, lo peor su duración excesiva. Un mal endémico desde los tiempos de St. Anger es la manía que les ha dado por concebir temas largos que quedarían infinitamente mejor restando minutaje. A veces menos es más.
De Shadows Follows, segundo corte, con más de seis minutos, solo puedo rescatar la línea melódica previa al estribillo. Le sigue Screaming Suicide, uno de los temas que ha servido de adelanto. Aquí tenemos algo que se puede extender al resto del conjunto: el culto a la escala pentatónica (sucesión de cinco sonidos, alturas o notas diferentes dentro de la octava) al bending y al pedal WahWha por parte de Hammet. Como tema independiente puede ser de lo más resultón, sonará fijo en sus directos, y se agradece después del bajón del tema anterior.


Sleepwalker My Life Away se inicia con una línea de bajo muy funk a la que se van sumando el resto de los instrumentos. Una vez el tema empieza te das cuenta de que se trata de otro medio tiempo soporífero, con estructura calcada a las anteriores. You Must Burn! posee reminiscencias a mi tema favorito de la banda, Sad But True, de su disco del 91, pero lejos del resultado de aquel. Aquí tenemos la mejor interpretación de Hammet en todo el plástico con un previo y solo de guitarra bien definido y diferenciado del resto. El señor Trujillo aporta vocales en el coro, algo que ya había hecho en directo no así en estudio. Lux Aeterna fue el single de presentación, del que ya hablé en un artículo independiente en esta casa. Es el tema más corto de los doce, riff sencillo y efectivo, que nos recordará a Diamon Head, banda a la que han versionado los de San Francisco en los Garage Days. Así se iba a llamar el disco si la elección hubiera dependido de Hetfield.
El recuerdo de los Load y ReLoad queda palpable en Crown of barbed Wire. Si conociste a la banda en su etapa más experimental, este tema no te defraudará. Chasing Light pasa completamente desapercibido, al igual que el corte dos antes mencionado. Entre uno y otro suman doce minutacos que se podrían haber ahorrado. If Darkness Had A Son, otro de los temas que nos adelantaron, me viene que ni pintado para meter el dedo en la llaga. El debate sobre la participación de Mustaine en Metallica, pese a no haber publicado con él más que una maqueta previa al primer álbum de estudio sigue más vigente que nunca. En parte, alimentado por el propio Mustaine. Los partidarios de que su legado del pelirrojo más famoso del metal va más allá de los créditos en algunos de los dos primeros de estudio encontrarán razones para pensar así. Este y el single de presentación son una clara muestra de ello, aunque sin la lucidez a la que nos tiene acostumbrado Dave Mustaine. Resulta difícil defender un tema como este, en el que tras un minuto y pico de intro nos cascan «temptation» cinco veces. Si la luz tuviera un hijo no sería este su tema. Puestos a poner oscuridad en un medio tiempo, me quedo con el In My Darkest Hour (tema que Mustaine compuso en honor a su ex compañero Cliff Burton) de Megadeth. Comparen ambos temas y juzguen.


Los dos siguientes temas nos devuelven (y no es la primera vez) a su primer álbum de estudio. Luego seré yo el que diga que desde Death Magnetic la banda no ha hecho otra cosa que auto plagiarse, y de paso intentar congraciarse con los fans que perdieron tras el álbum homónimo. Too Far Gone? y Room of Mirrors son de lo mejor del álbum aunque no sean temas muy originales. Por lo menos nos recuperan algo del músculo perdido en estudio (que no en directo).El tema que cierra el disco, Inamorata, el más largo del plástico, con algo más de once miutos, tiene todo lo bueno y lo malo de los Metallica del Siglo XXI. El tufillo a Black Sabbath está ahí, sin que esto tenga que ser interpretado como un mal. Pese a que le sobra minutaje (como a otros cortes) está entre lo potable de un disco muy irregular.
Hay otros temas que merecen ser analizados por separados. Lo más positivo, el alto nivel de Hetfield a las voces, no solo en estudio en directo también mantiene el tipo. De todos los discos en los que ha participado Trujillo este es el que más podemos resaltar su valía. Una pena que luego en vivo no pegue ni con cola con el resto de los miembros. Vamos, que el tío parece que va a su puta bola. Kirk Hammet no está, ni de largo, entre mis guitarristas favoritos. Su abuso de los elementos antes mencionados es algo que siempre me ha tirado para atrás. Me quedo con algún que otro solo. En cuanto al denostado Ulrich, su labor aquí es correcta. El problema no es tanto su pegada, aunque esto en estudio con los avances tecnológicos se puede disimular, viene dado por su incapacidad de mantener los tempos.
En el apartado lírico, terreno en el que Metallica nunca ha brillado (no nos engañemos) tenemos mucho mensaje de auto ayuda y los de toda la vida. Supongo que lo ocurrido con Hetfield en los últimos tiempos (divorcio, nuevo paso por clínica de rehabilitación para solucionar sus problemas con el alcohol) ha tenido mucho que deber. Encontramos excesivas repeticiones de patrones vistos muchas veces.


Conclusión
Repasada la crítica, uno puede pensar que me ha quedado muy negativa. Si uno compara cualquiera de estos nuevos temas con The call of Ktulu, Master of Puppets o One, razones no me faltan. Por suerte, este disco no compite con su etapa dorada, sino con lo hecho en el Siglo XXI, donde también sale claramente perdedor. Tampoco es que tuviera unas grandes expectativas, por lo que la fdecepción es nula. Lo que sí os puedo garantizar es que desde el minuto uno al último uno sabe que esto es Metallica. Los riffs son más simples que los de antaño, las canciones poseen estructuras similares (lo que hace la escucha monótona) pero a buen seguro que harán las delicias de los recién iniciados en el instrumento de las seis cuerdas. Vamos, que los vas a gozar a lo guitar hero. El problema viene cuando uno es exigente (y uno lo es) y se da cuenta que detrás de tanto artificio no hay chicha, todo suena insustancial. Si uno compara el mejor tema de este trabajo con cualquiera de los del álbum de Periphery, que hace unass semanas reseñamos en esta casa, 72 Seasons sale mal parado.
En líneas generales me ha parecido un trabajo continuista, algo que no sucedía desde los tiempos del Load y ReLoad. Revisando otras críticas la nota media es de 7, me parece algo desmedida. Por suerte, ni entonces cuando trabajaba en la crítica musical ni ahora me gusta valorar un álbum con un digito. ¿Cómo es posible poner un número o una estrella a una creación artística? Lo que para uno puede ser un tostón para otro puede ser algo superlativo. Hay dejo mi reflexión.
Por último, una mención a la portada. No sé si el color amarillo va mucho con unos tipos a los que se les ha asociado con el negro, más allá de su indumentaria. Tampoco es que las portadas de los discos de Metallica sean de lo mejor que se haya visto, y sino vean la poratada chapucera del Master of Puppets por muy emblemática que esta sea.
Ah, y por si alguno se ha llevado una idea equivocada de mi opinión, Metallica sigue siendo la banda de metal más importante del mundo, aunque otros hayan hecho cosas también meritorias, y una de las bandas que merece la pena ver en vivo. Se pasarán por nuestro país en verano del 2024, yo ya tengo mi entrada para verlos en el Metrapolitano. Al fin y al cabo, cuando uno va a un concierto de Metallica (como de AC/DC o Guns N´Roses) sabe de antemano lo que va a escuchar/ver.


Pd: De Metallica, con más de 25 Millones de reproducciones mensuales a una banda de culto de Madrid que apenas sobrepasa las 15000. Pero eso será en el próximo artículo. Venga, os dejo un pequeño adelanto sonoro.

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Review del Black Album (1991)

Ahora que estamos en vísperas del nuevo de estudio Metallica, el 14 de abril se publica 72 Seasons, sería bueno hacer un repaso sobre lo que supuso para la banda el lanzamiento del Black Album en 1991. De lo que no hay duda es que hubo un antes y un después, tanto en la trayectoria de la formación de San Francisco como para muchas bandas que vinieron después.

Antecedentes
Como mencioné en el podcast de esta casa, Historias detrás del pentágrama, Metallica era a inicios del 90 la banda de metal más importante, pero les faltaba algo que hasta entonces les había sido esquivo: entrar en el círculo del mainstream. Para ello decidieron contar con el afamado productor Bob Rock. La sonoridad de este trabajo con respecto a los anteriores es muy diferente, pero no nos adelantemos a los acontecimientos.
Antes de la publicación del primer álbum de estudio, Kill ´Em All (1983), el grupo pasó por cierta inestabilidad en lo que respecta a su formación. Ron McGovney (primer bajista) fue sustituido por Cliff Burton y Dave Mustaine sería expulsado y relevado por Kirk Hammett. El legado de este último en la banda es uno de los géneros a debate por muchos fans. No son pocos los que consideran que van más allá de los temas en los que fue acreditado. Pese a que hoy día el Kill ´Em All es considerado un clásico entre los clásicos, lo cierto es que en su día fue un disco que pasó bastante desapercibido, más allá del Bay Area trash metal.
Con cada disco editado creció su número de fans, teniendo su punto de inflexión en su tercer trabajo de estudio. Master of Puppets (1986) fue todo un éxito de crítica y público, pero también fue el periodo en el que la banda estuvo cerca de desaparecer. Durante la gira europea el vehículo en el que viajaban sufrió un aparatoso accidente. Cliff Burton falleció en el acto, sumiendo al resto de los integrantes en un profundo pesar. Precisamente fue la familia del propio bajista los que convencieron al resto de los integrantes para que continuaran su carrera. Su sustituto sería el desconocido Jason Newsted.
A excepción del álbum debut, Flemming Rasmussen es el productor del resto de los discos de estudio, siendo el polémico …And Justice For All (1988) el último que contó con su participación. Si bien en los tres primeros discos se mantuvieron fieles al trash metal, para su cuarta placa se decantaron por unas composiciones más elaboradas. La controversia aquí vino dada por la mezcla final, el la cual la Lars Ulrich (cerebro de la banda) decidió bajar el volumen del bajo hasta hacerlo prácticamente inaudible. De este periodo data su primer videoclip oficial, para el tema One.

La relación Ulrich/Hetfield
En el rock es muy habitual que dos miembros sean los pilares de una banda, una dualidad que en muchas ocasiones acabe en una lucha de egos. En Metallica esas figuras son Lars Ulrich y James Hetfield. Se ha especulado que esa fue la razón (y no otras) lo que hizo que despidieran a Dave Mustaine antes de que la banda entrara en estudio para grabar su álbum debut. Lo cierto es que Mustaine demostró, no solo ser un guitarrista excepcional (nada más hay que ber la trayectoria de Megadeth), sino también la de alguien al que difícilmente iban a poder controlar. Y no solo me refiero al comportamiento errático del guitarrista en aquellos tiempos.
Los únicos miembros de Metallica que han permanecido en el seno de la banda son, precisamente, Ulrich y Hetfield. El papel del primero como batería ha sido frecuentemente criticado, no tanto por su pegada (que la tiene) sino por su capacidad para mantener el ritmo en directo. De lo que no hay duda es que su papel ha sido fundamental para que la banda se haya convertido en lo que es hoy, más que un grupo de rock es una empresa. El papel de Hetfield como frontman está fuera de toda duda. En una entrevista reciente declaró que: «los miembros de forma individual son músicos del montón». No puedo estar del todo de acuerdo con él, al menos en lo que respecta a su parcela. No solo es un gran vocalista, también es un guitarrista notable.

Bob Rock
Si uno mira para atrás se da cuenta de que para cuando Metallica iba a entrar en el estudio para grabar su álbum homónimo ya eran (con todo merecimiento) la banda más grande del planeta. Lejos quedaban ya los tiempos de los conciertos erráticos como consecuencia del abuso del alcohol (los fans los apodaron en su inicio como Alcoholica). Cualquiera que haya visualizado el concierto Live Shit: Blinge & Purge, Seattle 1989, lo puede constatar. Pero como mencioné en el podcasta de esta casa (anteriormente mencionado) aún les faltaba entrar en el círculo del mainstream. Las emisoras de radio se negaban a poner sus canciones, bien por el exceso de duración o por el contenido de sus letras. Tan solo One logró ser radiada de forma frecuente.
La idea de que Bob Rock se convirtiera en el nuevo productor se lo debemos a Lars. Al parecer quedó impresionado por su labor al frente del Dr Feelgood (1989) de la banda angelina Mötley Crüe. Si algo destaca la producción de ese álbum es la sonoridad de la batería y el bajo. Precisamente estos son los dos instrumentos que mejor salen parados en la mezcla final. Pero su labor como productor no fue un camino de rosas, algo que queda palpable en los documentales The Makin of The Black Album y A Year an a Half in the Life Outtakes. No solo les espoleó para que grabaran riffs más sencillos, pero igual de contundentes, también les limitó en lo que respecta a la duración de las canciones. En cuanto a los solos de guitarra, Kirk Hammet sufrió la dura selección del productor, obligándole a repetir una y otra vez sus partes hasta que quedaran como se requería.
El resultado final fueron doce cortes, doce temas que cambiarían la historia del metal para bien o para mal. Las cifras de ventas, con más de veinte millones de copia, dan la razón de su decisión, pero no pudo evitar la estampida de algunos de sus fans que los acusaron de <<vendidos>>. Esta historia ya la hemos visto en la industria de la música. Cuando una banda alcanza una mayor proyección popular se les acusa de traicionar su legado. Es evidente que el álbum homónimo suena diferente a todo lo que se hizo anteriormente, sin embargo, su sonido se ajustaba más a lo que la banda era entonces en directo.
El Black Album adopta diversas innovaciones técnicas en la grabación de los instrumentos, convirtiéndose su producción en un referente para grabaciones posteriores del rock y también del pop. Ese es su gran legado, mucho más allá de los doce cortes que lo componen. Que el disco iba a ser todo un acontecimiento lo reflejan las largas colas en las tiendas para adquirirlo, gracias entre otras cosas al hitazo que supuso Enter Sandman.
La labor de Bob Rock no terminó aquí, se prolongó hasta la publicación del St. Anger (2003). Entre medias Metallica alcanzaría las mayores cotas de popularidad (que no siempre es equiparable a número de ventas) de la mano de Load y ReLoad (1996 y 1997) o S&M, con la Orquesta sinfónica de San francisco.

Portada
La cultura popular terminó por dar nombre a un disco cuyo título oficial no es Black Album, sino simplemente Metallica. La sobria de su portada es un homenaje a The Beatles y su álbum The White Album (1968). El negro es un color muy ligado a Metallica, nada más hay que ver su indumentaria, pero la idea de la ausencia (casi total) de elemntos en la portada obedece a otro factor: «lo importante es el interior» expresó Hetfield en su momento. De forma tibia se visualiza también el logo de la banda y la serpiente de cascabel de la bandera de Gadsden, cuyo lema también da título a la sexta canción del álbum: Don´t Tread on Me.

Las canciones
El éxito del Black Album se debe, en gran medida, a las doce canciones que lo forman, de las cuales se extrajeron hasta cinco singles.


1-Enter Sadman
La canción que abre el disco fue también el primer sencillo, siendo una de las canciones más emblemáticas de la banda. Originariamente el riff tenía dos compases, hasta que Ulrich sugirió que el primero debía tocarse tres veces antes del último. El inicio es, posiblemente, la mayor contribución de KirkHammett más allá de los solos.
Pese a ser el primer tema compuesto para el Black album fue el último en grabarse, ya que la letra original fue cambiada. Ulrich y Bob Rock le hicieron entender a Hetfield que podía componer una mejor letra, algo que en un inicio no le hizo gracia.
El niño que recita la plegaria junto a James Hetfield no es otro que el hijo del propio productor. La canción fue utilizada por el luchador profesional de la ECW Jim Fullington, alias The Sandman.

2-Sad but True
Si hay una canción que mejor representa este nuevo sonido de Metallica, con respecto a lo anterior, esta es sin duda Sad but True. Curiosamente también es el tema que se salva de la quema de los viejos fans (aquellos que les dieron la espalda a partir de entonces) gracias a su riff lento pero contundente. A titulo personal, es mi tema favorito de la banda y una imprescindible en sus directos.

3-Holier Than Thou
Esta fue la canción elegida por el grupo y productor para ser el primer sencillo, siendo una de las más rápidas y también más cortas de duración (lo que la hacía propicia para las radiofórmulas), sin embargo, esta idea fue desechada a petición de Ulrich quien propuso Enter Sandman.

4-The Unforgiven
Este tema es el que mejor representa los dos aspectos por los que destaca el Black album en cuanto a su producción, con un gran tratamiento de las voces. Ya en el pasado la banda había experimentado con temas de corte más melódico: Fade to Black, Welcome Home Sanitarium y One, pero aquí la puesta es clara y concisa desde el principio hasta el final. La banda opto por revertir la dinámica, distorsionando los versos y modificando la melodía en los coros en la que la voz de Hetfield en el coro hace uso del crooner (una forma de cantar suave y murmurante, sin proyectar la voz). El solo de guitarra, de vastas influencias blues, fue uno de los que más desquició a Hammett viéndose obligado a repetir a petición de Bob Rock.
El sonido de la introdución se tomó de Los que no perdonan, un western, reproducido de al revés, de forma que no se reconoce su origen.
En directo incluye un solo inédito al final que no fue incluido en la grabación de estudio. La canción tiene dos secuelas, una segunda parte en ReLoad y la inefable tercera parte de Death Magnetic. Yo me quedo con la primera, of ciurse. Es más obviaría escuchar cualquiera de las dos partes siguientes.

5-Wherever I May Roam
El tema más exótico del disco. Al inicio se puede escuchar un sitar (instrumento musical tradicional de la India y Pakistán semejante a un laúd o el banyo) interpretado por el propio Hetfield. En este tema Jason Newsted utiliza un bajo de doce cuerdas. Aunque la canción acabó eclipsada por los dos grandes singles del disco, es habitual en sus conciertos.

6-Don´t Tread on Me
La letra de esta canción está muy ligada al patriotismo, ya que habla de la Guerra Civil de los Estados Unidos. El titulo aparece en la bandera de Gadsen, utilizada en la misma canción. Al inicio se puede oír la melodía de la canción America de la película West Side Story.

7-Through the Never
La séptima canción del álbum nos habla de las especulaciones sobre si hay vida en el espacio o no. Es una de las pocas canciones que conservan su estilo trash metal más tradicional. Hasta el 2009 la banda solo la había interpretado en vivo durante la gira de promoción del Black Album. En 2013 se estreno una película llamada con el nombre de este tema.

8-Nothing Else Matters
El tema más controvertido del álbum es, posiblemente, el más conocido del disco y de la banda. Esta power ballad ha sido versionada en sun sinfín de ocasiones por artistas de todo tipo. Fue el tercer sencillo.
La historia de esta canción (que fue contada también en el podcast de Historias detrás del pentágrama) cuenta que Hetfield escribió en alusión a las últimas palabras de su abuelo. La canción estuvo cerca de quedarse fuera del disco, Ulricj convenció al vocalista para incluirla, pese a que por estilo no cuadra con el resto de los once temas. El solo de guitarra está tocado por Hetfield.
De las diferentes versiones que hay la más interesante sea la llamada Elevator Version, que aparece en el lado B del sencillo Sad but True, en la las guitarras eléctricas son sustituidas por acústicas, incluso en el solo, e incluye arreglos orquestales de Michael Kamen (con el que trabajaron años despues para el S&M).
Es una de las canciones más sobreexpuestas de la banda, ¿qué levante la mano aquel que no la haya escuchado en alguna boda? A título personal es un tema que nunca me encajó. Pese a sus más de seis minutos de duración, es un claro tema enfocado a las radiofórmulas, con una estructura muy repetitiva, algo que se extiende a la letra. Este tema fue la gota que colmó el baso para aquellos fans que vieron en el Black Album a una banda vendida a la comercialidad.

9-Of Wolf and Man
Junto a Sad but True, mi tema favorito del disco. El tema comienza con un riff simple que va mutando a lo largo del mismo.

10-The God That Failed
Pese a que no fue lanzada como single fue la primera canción que el público pudo escuchar del nuevo álbum. La canción es una dura crítica a la religión por negarse a la cura de determinadas enfermedades, en las que es necesario la intervención de la ciencia. En este tema podemos escuchar al principio el perfecto sonido del bajo y la bateria, con una produción muy diferente a lo que fue …And Justice For All (1988). Una de las curiosidades que tiene es la escucha de gatilleos que grabó Hetfield con uno de sus rifles descargado.

11-My Friend of Misery
La canción se inicia con una bella pista de bajo interpretada con plumilla, dando muestra de la valía de Newsted al instrumento. De las cinco veces que he escuchado a Metallica en vivo tres fueron con James Newsted al bajo y siempre me quedó la sensación que su labor no ha sido suficientemente valorada, además de que en directo no había feeling con el resto. Lo que era una impresión se confirmó tras su salida de la banda. Según palabras textuales suyas: «nunca me sentí plenamente integrado».
El ritmo de esta canción se orienta más al hard rock, del que luego darían continuación en Load y ReLoad. Originariamente se concibió como una pieza instrumental, siguiendo la línea de otras composiciones de otros discos anteriores, pero Bob Rock convenció a la banda para que se le pusiera voz.

11-The Struggle Within
Como en los discos anteriores, el último corte del álbum es el más rápido y uno de los más trasheros del disco. Pese a ello es una de las canciones que menos veces han interpretado en vivo.

El Legado
El legado de este disco se puede mirar desde diversos puntos de vista. Si uno atiende solo a su producción se verá que muchas otras bandas de rock (y pop) se inspiraron en el Black Album por su sonoridad y la brillantez de una mezcla en la que cada instrumento brilla con luz propia.
El Black Album es uno de los discos más relevantes de la industria del rock, inspirando a muchas otras bandas. Fue el disco que terminó por catapultar a Metallica a las grandes masas, pero también ha sido el disco con el que han comparado sus posteriores producciones. Ningún disco de Metallica vendió tanto como este de 1991, año en el que también vieron la luz los Use Your Illusion I y II de Guns N´ Roses, el Nevermind de Nirvana o el Ten de Pearl Jam entre otros muchos.

¿Son comprensibles las críticas de los viejos fans?
Una de las grandes mentiras del rock es aquello de que una banda de rock no busca la comercialidad. Todas las bandas quieren llegar a cuanto más público mejor. La cuestión es lo que uno deja atrás para lograr ese proceso. Entiendo perfectamente que los viejos fans les dieran la espalda tras la publicación de este disco, no comparto las críticas vertidas en cuanto a «vendidos» por lo explicado anteriormente. Es evidente que hubo un antes y un después del Black Album. En ocasiones tenemos una idea equivocada de la música, no siempre complejidad o virtuosismo es sinónimo de buena música. Lograr lo mismo con la sencillez es igual o más difícil. Aquí tenemos temas menos elaborados, riffs más simples, pero igual de contundentes que en la época pasada. Las partituras de este disco cuadran a la perfección con todo aquel que quiera aprender a tocar la guitarra eléctrica en su vertiente metal.

Conclusión
En mi opinión el Black Album fue el punto más álgido de Metallica, pese a que con Load y ReLoad aún lograron llegar a un público más heterogéneo. El Black Album puso al trash y al metal en boca de todo el mundo, siendo un disco apreciado por un público no tan ligado al rock.
Como parte negativa, nunca ha podido superar ese listón. En defensa de la banda, tampoco lo han intentado. De hecho, si uno atiende a sus siguientes publicaciones, o bien han mirado por otros derroteros (más hard rockeros) o han querido congraciarse con el público que los dejó a partir de la publicación de este quinto disco de estudio.
Nunca Metallica sonó tanto a Metallica como con este álbum, aunque no me refiero tanto a su sonido en el estudio como fueron sus presentaciones en vivo. Cuando uno mira cualquier track list de un concierto palpa que hubo una piedra angular en su discografía, y esta fue el Black Album.

Pd: Como podéis aventurar, el siguiente artículo tendrá también a los de San Francisco como protagonistas, debido a la inminente publicación se su nuevo disco 72 Seasons.

Discos de Rock vilipendiados por la crítica/público 2: St. Anger (2003)

Segundo número de la serie y como pueden comprobar ni siquiera la banda más grande del metal se libró de tener un título vapuleado por la crítica y el público. El octavo disco de Metallica, St. Anger (2003) llegó en un periodo incierto para la banda. Para algunos fue un fracaso anunciado. ¿De verdad fue para tanto?


Como mencionamos en el podcast de esta casa, Historias detrás del pentágrama, Metallica era a inicios de los 90 la banda más famosa del metal, con cuatro discos de estudio a sus espaldas, pero les faltaba lo más importante: entrar en el circulo del mainstream. El tema One, de su cuarta placa, …and Justice for All (1988) contó con un vídeo que se visualizó en las principales cadenas de televisión, no así en las radios. Los más de siete minutos de duración del tema dificultaban mucho su escucha. Para el nuevo disco de estudio, el que los acabaría lanzando al estrellato mediático, decidieron contratar con el afamado productor Bob Rock. Al parecer Lars Ulrich quedó impresionado con el sonido del (entonces) último trabajo de Mötley Crüe, Dr. Feelgood (1989).


Como se demuestra en el documental sobre la grabación del Black Album (1991) las sesiones de grabación distaron mucho de ser idílicas. Hay que que tener en cuenta que los de San Francisco estaban poco acostumbrados a que les dijeran lo que tenían que hacer. No se trataba solo de bajar el minutaje de duración de los temas, sino de concebir unos riffs que fueran más accesibles para las radios. Aunque ahora son todo elogios para el mencionado álbum hubo muchos fans que los tacharon de «vendidos». El quinto trabajo de estudio fue uno de los primeros discos en ser grabado enteramente en digital, con importantes novedades en el sonido de la batería, concediendo un mayor protagonismo al bajo. En el antes mencionado podcast se cuenta la controversia que hubo con el trabajo del 88, por la deliberada bajada de volumen del sonido del bajo de Newsted. El resultado final de la colaboración de Bob Rock con Metallica es de sobra conocido por todos. El álbum homónimo, vendió más de veinte millones de copias. Temas como Enter Sadman o The Unforgiven o la power balada Nothing Else Matters fueron carne de cañón de las radios.


Bob Rock repitió en las labores de productor para Load (1996) y ReLoad (1997), en el que la controversia vino dada, más que por el nuevo enfoque musical (con una clara orientación hacia el hard rock en detrimento del trash metal) por la nueva imagen del grupo. No solo se trataba de que se cortaran la melena, sino que también se pintaban los ojos. Del «vendidos» de su anterior trabajo de estudio se pasó a apelativos aún menos cariñosos. Este mismo trabajo, dividido en dos volúmenes, no vendió tanto como su predecesor, pero llevó a Metallica a las mayores cotas de popularidad. En cuanto a la recepción de los nuevos temas y su comunión con los grandes clásicos de la banda fue positivo, visto el resultado que se desprende de su directo Cunning Stuns (1998).


En 1999, con Bob Rock de nuevo en las labores de producción editan S&M, el famoso directo con la Orquesta Sinfónica de San Francisco, dirigida por Michael Kamer. Un año antes había sido publicado Garage Inc (1998), que sería a la postre el último trabajo de estudio que grabaría Jason Newsted. La salida de este se produjo debido a que Hetfield y Ulrich no veían con buenos ojos que el bajista estuviera involucrado en proyectos paralelos. Con el paso del tiempo se ha sabido que nunca se integró al 100%, pese a haber sido un sustituto excepcional del malogrado Cliff Burton.


Con todo esto Metallica llegaba al nuevo milenio lleno de incertidumbre para grabar el octavo disco de estudio. Este sería el último trabajo de estudio producido por Bob Rock. En mi humilde opinión este es el último trabajo en el que la formación de San Francisco intentó hacer algo distinto, pero pocos estaban preparados para lo que iban a escuchar en los más de setenta minutos de duración. St. Anger abre con Frantic, uno de los temas más salvajes de la banda, un auténtico vendaval de semicorcheas a piñón fijo, que se repiten hasta la saciedad en permutaciones de notas y silencios. Lo primero que te desentona del nuevo sonido, y de toda la placa, es el sonido de la caja de Ulrich. Insufrible para un servidor. Pero lo que más te va a llamar la atención de estos nuevos Metallica es de la ausencia (deliberada) de cualquier solo de guitarra. Todos los temas son injustificadamente largos, lo que los hacía poco propicios para las radiofórmulas. No hay contrastes, apenas puedes distinguir un corte de otro.


La mayor parte de la crítica vino por el lado de que la banda se había pasado al Nu Metal, precisamente en un periodo en el que ese género musical estaba ya de vuelta. El público también dictó sentencia, al no pasar por caja con el mismo entusiasmo. La prensa los acusó de falta de creatividad, aunque temas como Unnamed Feeling se empeñen en dictar lo contrario. Aunque Robert Trujillo aparezca mencionado en los créditos, y se le pueda ver en los vídeos promocionales, no participó de forma activa en la grabación de los once cortes, siendo el propio Bob Rock el encargado de la grabación del bajo eléctrico. Puede que del resultado final de St. Anger, muchos fans acogieran tan bien el Death Magnetic (2008), producido por Rick Rubin, con el que Metallica volvió a sonar como antaño, aunque en términos de creatividad ande a la par de su predecesor. Si algo ha quedado evidenciado en sus directos de este nuevo milenio es que St. Anger parece haber quedado para el ostracismo, siendo sus temas ninguneados por los mismos que los concibieron.


Hasta aquí esta segunda entrega de los discos de Rock más vilipendiados por la crítica y/o público. El próximo número veremos un clásico del género: la del disco vapuñeado antes de su concepción. Y es que a algunas bandas no les está permitido la licencia de cambiar de vocalista.

Como desinflar un hype musical y no desfallecer en el intento.

Hoy en LOS LUNES AL 🎼 (el espacio musical de este grupo) vamos con un tema de la rabiosa actualidad. Y llegamos a la veintena de artículos, sin contar los diferentes especiales. En el blog de Cultura Underground encontraréis todos.

El pasado lunes la banda de metal más famosa del mundo publicaba tres noticias de una tacada: un nuevo sencillo (el que vamos a valorar a continuación), un nuevo disco para la primavera del 2023 y fechas para próximos conciertos en España para el 2024 (si esto no es premura no sé qué será). A estas alturas no voy a ser yo quien descubra quién es Metallica. Posiblemente junto a AC/DC la banda de rock más conocida del mundo. No importa cuál sea tu afinidad musical, has escuchado su nombre (y su música)alguna vez. Ya sea de forma directa o indirecta, puesto que los de San Francisco se han colado en: bodas, anuncios publicitarios e infinidad de B.S.O. La única banda en el mundo que ha tocado (con éxito) en todos los continentes. Sí, también en la desangelada Antártida.

El lunes pasado era anunciado, a bombo y platillo, 72 Seasons, el nuevo disco de la formación liderada de Hetfield, Ulrich y compañía. Además de la fecha, el 14 de abril, y su track list, era publicado su primer sencillo y un videoclip de apoyo. La red entera se inundó con la noticia, el video en menos de 24 horas superaba los 3.000.000 de visualizaciones (solo en YouTube) y era tendencias en el resto de las plataformas digitales. Críticos, youtuber y demás personas del mundillo se frotaban las manos por lo que acababan de escuchar o tal vez estaban demasiado influenciados por la noticia.

Hablar de las lindezas que nos han dejado Metallica me llevaría no un artículo, sino toda una sección dedicada a ellos. Posiblemente una de las mejores bandas que haya visto en vivo, aunque como en el caso de los mencionados AC/DC, interesado más en sus clásicos que lo que hayan compuesto en este nuevo milenio. Nadie en su sano juicio puede esperar algo relevante de Metallica a estas alturas. Sus tiempos de gloria quedan atrás, no siguen en el negocio por dinero (aunque se siguen forrando, incluso más que antaño), sino por interés hacia la música. Todo esto es muy loable, pero por mucho que sea una de mis bandas favoritas, de ser una formación respetable en vivo, no podemos caer en el elogio desmedido.

La primera escucha de Lux Aeterna, primer sencillo, me dejó igual que la 33: indiferente. Un claro tema orientado a las radiofórmulas (poco más de 3 minutos), fácil de digerir y rápido de adscribir. Nadie puede dudar de que esto lo escribió Metallica. Cuando una banda no tiene interés en innovar, sino de vivir de las rentas, mejor es mirar hacia el pasado. Si uno está atento, se dará cuenta que lo que acaba de escuchar es un refrito de la época que va de Kill ‘Em All (1983) a Ride The Lighting (1984), pero con una producción actual. Nada más que escuchar el sonido de la batería para darse cuenta. Los fraseos con tantas terminaciones en «ion» son ya tan recurrentes en esto de la música que me producen un bostezo, por mucho que aquí tengamos una versión notable de un James Hetfield. Del estribillo mejor no hablar, lo justo para el nombre y ese «yeah» marca de la casa. Al tratarse de un tema tan corto, solo resta describir el solo de Kirk Hamett: corto, intenso, y que podría formar parte de infinidad de temas anteriores, pero digno y resultón. Lo mejor del conjunto.

No es un mal tema tampoco, pero no es de recibo las lindezas que se han escuchado o escrito. Nada que ver con cualquier tema de los 80, y ni que ver con lo facturado en el Black Album (1991). Pronto para saber por dónde van a ir los tiros, puesto que estamos ante un adelanto. A mi su predecesor, Hardwire (de su disco del 2016), aún dejándome mejor sabor de boca que este, tampoco era definitorio del conjunto. Que dicho sea de paso, aquel álbum me dejó satisfecho, que no lleno de orgullo.

Del videoclip mejor no hablar, simple y banal para unos tipos forrados como para tres vidas. Tampoco es que posean una video grafía relevante, pero lo de actuar en entre luces está manido no, lo siguiente.

PD: Que no se me enfaden los fans (yo también lo soy), pero a estas alturas no me venden la moto. En cualquier caso es una excusa para escuchar a una de las mejores bandas del planeta, te guste o no el metal.