Reseña de Los potros del tiempo (2022), Marea

Hoy en LOS LUNES AL 🎼, el espacio musical de esta casa vamos con una reseña, la primera en lo que va de año. Prometo subirla al blog en cuanto los quehaceres de la vida me lo permitan.

La reseña de hoy puede estar plagada de puntos contradictorios, como diría un buen amigo mío (melómano como un servidor) en los diferentes matices reside la clave de la interpretación. Los potros del tiempo es el octavo trabajo de estudio de la banda originaria de Berriozar, Navarra. Marea posiblemente sea la última banda de rock estatal que ha contado con el apoyo masivo de la crítica y público, sin la necesidad del respaldo de radiofórmulas tipo Cadena 100, Cadena Dial o los 40 Principales (40 Criminales para uno), aunque luego se hayan rendido a ellos. Para la crítica especializada tampoco es fácil, parece que hablar mal de la banda de Kutxi sea un pecado. Evidentemente, también cuenta con un buen puñado de detractores, que los acusan de un inmovilismo. Como si eso tuviera que ser de serie un defecto, por no decir algo común en cuanto a las bandas de rock con Ñ se refiere.

¿Y en qué bando se encuentra un servidor? Pues mejor que juzguen otros, antes y ahora siempre me dio igual. En verdad, unos y otros tienen sus razones. Marea no ha inventado nada, lo suyo lo han hecho otras muchas bandas antes. Póngase de ejemplo unos tal Leño (del cual beben unos y otros en esto del Rock urbano), Platero y tú, u otros navarros de nombre Barricada, Los Suaves (mi banda favorita en cuanto a lo de cantar en la lengua de Cervantes). Pero si hay una banda que ha influenciado a Marea es Extremoduro, algo muy evidente en sus primeros tres trabajos de estudios, esos que dicen algunos que son lo mejores. Yo añado que Marea es una de las bandas más sobrevaloradas del rock hispano, «¿y qué joder» parafraseando un mítico tema. También existen influencias foráneas, la más clara la de los hermanos Young (AC/DC), más destacada en sus dos últimos trabajos. Da igual el bando en el que uno se posicione, Marea no engaña a nadie, su intención nunca ha sido la de innovar, están orgullosos de sus influencias y solo por eso me quito el sombrero. Además de todo lo dicho, constituyen una rara avis en esto del rock (no solo hispano, sino también del extranjero) al estar formado 25 años despues por los mismos miembros que le dieron vida en 1997:

Kutxi Romero a la voz.

Eduardo Beaumont, Piñas, en el bajo.

César Ramallo en la guitarra.

David Díaz, Kolibri, guitarra solista.

Alén Ayerdi, batería.

Formados en 1997 bajo la denominación de La Patera, se vieron obligados a cambiar el nombre por Marea (el primero pertenecía a otra banda y no hubo acuerdo por los Derechos de autor), por lo que pasaron a llamarse como iba a llamarse el debut discográfico. La Patera quedaría como título del debut discográfico. De las distintas bandas que surgieron bajo el amparo musical de Extremoduro (no me gusta hablar de copias) Marea es la que más éxito ha tenido. Nada más hay comprobar las reproducciones en cualquier plataforma digital para verificarlo. De aquel rock calimochero de sus inicios queda poco, y sino probar a poner cualquier tema aleatorio de este Los potros del tiempo con cualquiera de La Patera o Revolcon (2000). Más que la música (que también) lo que más ha cambiado a lo largo de estos años es la poesía callejera de Kutxi. Se ha pasado de entonar los himnos de Besos de perro (2002) a la necesidad de tirar de diccionario, para entender ciertas palabras. No digamos ya el significado de sus letras.

Los potros del tiempo (2022) viene a suceder a El Azogue (2017), un disco que ya denotaba una madurez musical. Si eres fan de sus primeros trabajos quédate en el pasado. La producción de este nuevo trabajo de estudio se me antoja más guitarra, siendo un instrumento que brilla. Tampoco nos vengamos arriba, hablo de sonido, no de calidad. Los solis del Kolibri siguen siendo una delicia, sin que estemos ante un guitarrista tipo guitar hero. Hay temas como Buena muerte que huele a clasicazo. Es un trabajo más pausado de lo que nos tiene acostumbrados. La voz de Kutxi ya no es la que era (tampoco en directo), pero se nota un esfuerzo por no repetir esquemas. Seguramente será necesario más de dos o tres escuchas para apreciar todo el contenido de esta producción.

Conclusión:

Si algo me gusta de Marea es que no importa el disco que pongas, habrá temas que te pongan más o menos, pero ninguno está ahí de relleno. Los potros del tiempo son 45 minutos de rock nacional, que sin inventar nada, te hará sentir nostalgia del pasado. Si te gusta el hard rock de los 80, sin duda este álbum será una buena elección.

Anuncio publicitario

Reseña de Neon Noir (2023) de VV.

Artículo 22 de LOS LUNES AL 🎼 (sin contar especiales). Nuestro protagonista de hoy es Villie Valo, el que fuera lider de la banda finlandesa His Infernal Majestic, mejor conocidos como H.I.M.

El próximo 25 de febrero acudiré a La Riviera para encontrarme con un viejo conocido. A HIM los conocí en León en una fiesta universitaria, alguien puso en el reproductor Your sweet 666 el tema de apertura de su segundo disco de estudio, Razorblade Romance (1999), y supe que esa canción me acompañaría de por vida. Luego descubrí que ese álbum escondía otro puñado de pelotazos, Join me death fue el más radiado, haciendo de los finlandeses un habitual de las radiofórmulas. Lo cierto es que la banda de Villie Valo fue una de las bandas más aclamadas del llamado Rock de los 2000, temas como los mencionados o Pretending, The funeral of hearts, The sacrament, se convirtieron en esenciales no sólo de la banda, sino de toda una Generación. Hasta un tema menor como Dark light ha sido seleccionado como uno de los temas referentes para sonar en los hilos musicales de los Centros Comerciales (algún día hablaremos de este tema, cuya música no es nada casual) y anuncios de televisión.

HIM hizo del amor su paradigma. Me río yo de Shakira y BZRP. Villie Valo y compañía llegaron a crear un subgénero propio, el Love Metal, título también de su cuarto y afamado trabajo de estudio. Todo con una estética muy gótica, muy del gusto de la época, en la que lo petaron otras bandas de corte Neogótico como Evanescence, Within Temptation y Nightwish. La primera y única vez que vi a la banda en directo fui testigo de un hecho insólito para mí, algo que solo creía posible en un concierto de Bon Jovi o los míticos Mötley Crüe. Una joven lanzó un sostén, que sobrevoló mi cabeza, y llegó al escenario. VV (que es como se hace llamar ahora el protagonista de nuestro artículo) lo recogió del suelo con la misma indiferencia que daba una calada a su cigarrillo y lo colocó al pie del micro. En ese lugar permaneció el resto de la actuación, para goce y disfrute de la muchacha. Valga por delante decir que aquel concierto fue en el que más féminas vi en mi vida en una actuación de una banda de rock.

NEON NOIR (2023)

VV regresa a la escena musical después de haber dado carpetazo a HIM, del que era su principal compositor, en 2013 tras la publicación de Tears of Tape, aquel álbum en el que cantaba una canción a una chica de labios azules, en clara referencia a la necrofilia. En Neon Noir vamos a encontrar un álbum continuista de aquel, algo que agradará a los fans de HIM, haciendo uso del dicho » yo me lo guiso yo me lo como», puesto que VV además de poner voz, toca cada uno de sus instrumentos. Este trabajo del 2023 es menos guitarrero, hay mayor presencia de los teclados, pero el resto de los elementos que hicieron de HIM una de las bandas más importantes del estrenado milenio están ahí. De los doce cortes tres de ellos los conocíamos de antemano, puesto que con el nombre de VV ya editó un EP en el año 2020, bajo el título de Ghotica Fennica Vol.1, en el que se incluía el hit de este nuevo disco Run away from the sun, que perfectamente expresa esa línea continuista respecto a lo que fue HIM. Del resto de los cortes podemos resaltar el título homónimo del álbum (que acompaña el artículo), Loveletting y Echocolate Your Love.

Neon Noir es un disco que no presenta nada nuevo, hecho en falta un poco la presencia rugosa del bajo de Mige Amour de HIM. VV sigue siendo un maestro a la hora de componer líneas melódicas que se te meten hasta dentro y un letrista soberbio, sin caer en lo explícito del tema de moda en este momento en cuanto a amor despecho se refiere. Por lo que he visto en la red, en directo intercala temas de su ex banda con los nuevos, lo que hará de los directos un disfrute para los nostálgicos. Por lo que también he podido comprobar, VV sigue agarrando el micro de esa forma tan particular, como si de un chupa chus se tratase, al más puro estilo de artistas de los 60. Si es que es todo un gentleman.

PD: Si eres de los que cree que no ha escuchado a este cuarentón resultón (para las féminas) buscar cualquier tema de los mencionados HIM en YouTube y saldrán de dudas. Seguro que más de uno se sorprende. Ya si sobrevuela algún objeto sobre mi cabeza en La Riviera en febrero os cuento. Y si alguno está buscando B.S.O para San Valentín, Neon Noir te sirve para la cena y lo que venga después 😉

Un abrazo amigos culturetas, hasta la próxima semana.

Reseña de Hush (2023). El esperado nuevo álbum de Maneskin

La reseña de esta semana se me ha hecho difícil, no por la complejidad de la misma, sino porque después de la escucha del decimosegundo trabajo de Katatonia (Sky Void of Start) la review que viene a continuación podría palidecer. Por eso he preferido darle más de una vuelta antes de encarar la hora de ponerme a valorar el esperado nuevo disco de los italianos Maneskin.Por si existe alguno que no sepa de que grupo os hablo, son la última irrupción (notable) que ha traído el Festival de Eurovisión, saliendo vencedores en el año 2021. No seré yo el que venga a dignificar tal evento, en el que prima lo político más que lo estrictamente musical, pero (muy) de vez en cuando nos encontramos con algún artista/banda cuya proyección va más allá. Este es el caso del grupo formado por Damiano David (voz), Victoria De Angelis (bajo) Thomas Raggi (guitarra) y Ethan Torchio (batería). Su irrupción en la escena ha sido meteórica, pasando en unos pocos años de interpretar covers en las plazas de Roma a colgar el cartel de «no hay billetes» en lugares como el Palau sant Jordi.

Los romanos no lo han tenido un camino de rosas, se les ha acusado de todo. Hasta de beneficiarse de que dos de sus miembros sean miembros del colectivo LGTBI (como si eso fuera un mal). La parroquia rockera tampoco se lo ha puesto fácil: que si su participación en el X Factor italiano, después en Eurovisión, su codeo (de la noche a la mañana) con estrellas de la música y de la prensa rosa, etc. Si algo tenía claro la banda y la crítica especializada es que su punto de inflexión, para saber si su éxito internacional se iba alargar más allá de Zitti e buoni (con el que ganaron el mencionado festival, canción incluida en su exitoso Teatro d´ira: Vol. 1(2021).

Aquellos que han tachado a los romanos de exceso, ya sea por su estética al más puro estilo del glam metal, que si el postureo, encontraran a lo largo de los diecisiete temas que forman Hush! más leña para echar al fuego. Lo cierto es que sorprende que en tiempos de maxi singles, EPs, de la inmediatez, Maneskin nos vengan con un larga duración, para un total de cincuenta y tres minutos. Por las razones antes mencionadas, la banda se la jugaba, por lo que ha recurrido para la co-producción a Max Martin, responsable de un buen puñado de éxitos a lo largo de estos últimos veinticinco años (Britney Spears, Backstreet Boys, Celine Dion, entre otros).

Rush! Abre con Own My Mind, que desde su apertura con el contuntende sonido de la batería, a la que después se van sumando los demás instrumentos, nos dejan claro que la producción va ser impecable. El tema en cuestión es un ejemplo claro de lo que nos vamos a encontrar a lo largo de los siguientes dieciséis cortes: canciones de excasa duración (la mayoría de los cortes rondan los tres minutos, ideal para las radiofórmulas), estribillo repetitivo y riffs sencillos pero resultones. La COLABORACIÓN del disco no se hace esperar, lamentablemente la presencia de Tom Morello (Rage Against The machine) en Gossip queda reducida a un par de solos. Lo curioso es que el tema se parece más a Franz Ferdinaz que a RATM.

Si sus dos anteriores trabajos de estudio Il ballo della vita (2018) y Teatro d´ira: Vol.1 estaban influenciados por el Rock de los 70 y el hard rock de los 80. En este caso los nuevos temas nos van a llevar al Rock de principios de los 2000, algo que queda evidente en el tercer corte, el primero lento. El estribillo de Timezone desprende un tufo a My chemical Romance que tira para atrás. El primer tema que se me ha atragantado (no será el último) es Bla, bla, bla. Un dance rock que se va a repetir en Baby Said con diferente tresultado, sin que este último sea tampoco nada del otro mundo.

Otro aspecto a tener en cuenta es que para este tercer trabajo de estudio han recurrido al inglés, en detrimento de su italiano natal, que queda reducido para un puñado de canciones de forma puntual. En cuanto a la lírica, muchos de los temas nos hablan del éxito inmediato, dejándonos su visión al respecto. Recuperando el hilo, Gasoline es un claro tema que lo va a petar en directo, un exponente claro de lo que es el rock de estadio (tan vigente a principios de los 2000). Seguro que alguno recuerda el escándalo que Maneskin protagonizó en el Festival de Eurovisión, cuando al pobre de Damiano David se le acusó de estar «supuestamente esnifando» en las mesas durante el periodo del voto. La circunstancias quedó aclarada poco después, pero por si acaso nos lo deja claro en Feel, el primer tema que compusieron de un total de cuarenta, para luego quedarse en las diecisiete. Por si no ha quedado claro: nada de drogas. En Don´t wanna sleep empezamos a notar una repetición de contenido, resaltando apenas su solo de guitarra en primerísima línea (también muy propio de ese rock de los 2000).

Pocos experimentos vamos a encontrar en Hush!, y viendo el resultado de Kool Kids, mejor que sea así. En esta ocasión nos acercan de forma descafeinada a un post punk en el que Damiano exagera mucho la voz. Los dos siguientes cortes If not for you (segunda lenta) y Ready Your Diary no aportan nada nuevo. Si acaso este último que me recuerdo a unos descafeinados Daft Punk. Cuando ya el álbum se me empieza a hacer cuesta arriba llegan los temas en su italiano natal, como si fueran un Ep intermedio: Mark Chapman, La Fine, Il dono della vita me parecen de lo mejor del conjunto. De estos tres me quedo con el ritmo in crescendo del segundo, en el que además ponen de vuelta y media a la clase política italiana (algo que se puede extrapolar a nuestra clase dirigente, of course). Para terminar, algo con lo que no me había topado nunca antes en un disco. Los últimos tres cortes: Mammamia, Supermodel y The lonilest han sido utilizados como carta de presentación para este nuevo trabajo de estudio, cuando lo normal es intercalarlos. En lo musical no apotran nada nuevo, salvo que las radiofórmulas se pueden frotar las manos.

Conclusión:
Supongo que más de uno se puede llevar una idea de que el tercer trabajo de Maneskin me ha decepcionado. A mi juicio le sobran algunos temas, y es cierto que me esperaba algo más, pero visto los pocos experimentos, mejor que no se salgan de su línea. De lo que no me cabe ninguna duda es que muchos de estos temas lo van a petar en directo, como ya lo están haciendo en las plataformas digitales. En tiempos en los que el mercado físico está de capa caída, a más temas más beneficios. Una propuesta arriesgada no obstante por excesiva (por duración), algo que también era típico de ese mencionado varias veces del rock de los 2000.

Hasta la próxima amigos de Cultura Underground.

Discos de Rock vilipendiados por la crítica/público 2: St. Anger (2003)

Segundo número de la serie y como pueden comprobar ni siquiera la banda más grande del metal se libró de tener un título vapuleado por la crítica y el público. El octavo disco de Metallica, St. Anger (2003) llegó en un periodo incierto para la banda. Para algunos fue un fracaso anunciado. ¿De verdad fue para tanto?


Como mencionamos en el podcast de esta casa, Historias detrás del pentágrama, Metallica era a inicios de los 90 la banda más famosa del metal, con cuatro discos de estudio a sus espaldas, pero les faltaba lo más importante: entrar en el circulo del mainstream. El tema One, de su cuarta placa, …and Justice for All (1988) contó con un vídeo que se visualizó en las principales cadenas de televisión, no así en las radios. Los más de siete minutos de duración del tema dificultaban mucho su escucha. Para el nuevo disco de estudio, el que los acabaría lanzando al estrellato mediático, decidieron contratar con el afamado productor Bob Rock. Al parecer Lars Ulrich quedó impresionado con el sonido del (entonces) último trabajo de Mötley Crüe, Dr. Feelgood (1989).


Como se demuestra en el documental sobre la grabación del Black Album (1991) las sesiones de grabación distaron mucho de ser idílicas. Hay que que tener en cuenta que los de San Francisco estaban poco acostumbrados a que les dijeran lo que tenían que hacer. No se trataba solo de bajar el minutaje de duración de los temas, sino de concebir unos riffs que fueran más accesibles para las radios. Aunque ahora son todo elogios para el mencionado álbum hubo muchos fans que los tacharon de «vendidos». El quinto trabajo de estudio fue uno de los primeros discos en ser grabado enteramente en digital, con importantes novedades en el sonido de la batería, concediendo un mayor protagonismo al bajo. En el antes mencionado podcast se cuenta la controversia que hubo con el trabajo del 88, por la deliberada bajada de volumen del sonido del bajo de Newsted. El resultado final de la colaboración de Bob Rock con Metallica es de sobra conocido por todos. El álbum homónimo, vendió más de veinte millones de copias. Temas como Enter Sadman o The Unforgiven o la power balada Nothing Else Matters fueron carne de cañón de las radios.


Bob Rock repitió en las labores de productor para Load (1996) y ReLoad (1997), en el que la controversia vino dada, más que por el nuevo enfoque musical (con una clara orientación hacia el hard rock en detrimento del trash metal) por la nueva imagen del grupo. No solo se trataba de que se cortaran la melena, sino que también se pintaban los ojos. Del «vendidos» de su anterior trabajo de estudio se pasó a apelativos aún menos cariñosos. Este mismo trabajo, dividido en dos volúmenes, no vendió tanto como su predecesor, pero llevó a Metallica a las mayores cotas de popularidad. En cuanto a la recepción de los nuevos temas y su comunión con los grandes clásicos de la banda fue positivo, visto el resultado que se desprende de su directo Cunning Stuns (1998).


En 1999, con Bob Rock de nuevo en las labores de producción editan S&M, el famoso directo con la Orquesta Sinfónica de San Francisco, dirigida por Michael Kamer. Un año antes había sido publicado Garage Inc (1998), que sería a la postre el último trabajo de estudio que grabaría Jason Newsted. La salida de este se produjo debido a que Hetfield y Ulrich no veían con buenos ojos que el bajista estuviera involucrado en proyectos paralelos. Con el paso del tiempo se ha sabido que nunca se integró al 100%, pese a haber sido un sustituto excepcional del malogrado Cliff Burton.


Con todo esto Metallica llegaba al nuevo milenio lleno de incertidumbre para grabar el octavo disco de estudio. Este sería el último trabajo de estudio producido por Bob Rock. En mi humilde opinión este es el último trabajo en el que la formación de San Francisco intentó hacer algo distinto, pero pocos estaban preparados para lo que iban a escuchar en los más de setenta minutos de duración. St. Anger abre con Frantic, uno de los temas más salvajes de la banda, un auténtico vendaval de semicorcheas a piñón fijo, que se repiten hasta la saciedad en permutaciones de notas y silencios. Lo primero que te desentona del nuevo sonido, y de toda la placa, es el sonido de la caja de Ulrich. Insufrible para un servidor. Pero lo que más te va a llamar la atención de estos nuevos Metallica es de la ausencia (deliberada) de cualquier solo de guitarra. Todos los temas son injustificadamente largos, lo que los hacía poco propicios para las radiofórmulas. No hay contrastes, apenas puedes distinguir un corte de otro.


La mayor parte de la crítica vino por el lado de que la banda se había pasado al Nu Metal, precisamente en un periodo en el que ese género musical estaba ya de vuelta. El público también dictó sentencia, al no pasar por caja con el mismo entusiasmo. La prensa los acusó de falta de creatividad, aunque temas como Unnamed Feeling se empeñen en dictar lo contrario. Aunque Robert Trujillo aparezca mencionado en los créditos, y se le pueda ver en los vídeos promocionales, no participó de forma activa en la grabación de los once cortes, siendo el propio Bob Rock el encargado de la grabación del bajo eléctrico. Puede que del resultado final de St. Anger, muchos fans acogieran tan bien el Death Magnetic (2008), producido por Rick Rubin, con el que Metallica volvió a sonar como antaño, aunque en términos de creatividad ande a la par de su predecesor. Si algo ha quedado evidenciado en sus directos de este nuevo milenio es que St. Anger parece haber quedado para el ostracismo, siendo sus temas ninguneados por los mismos que los concibieron.


Hasta aquí esta segunda entrega de los discos de Rock más vilipendiados por la crítica y/o público. El próximo número veremos un clásico del género: la del disco vapuñeado antes de su concepción. Y es que a algunas bandas no les está permitido la licencia de cambiar de vocalista.

Como desinflar un hype musical y no desfallecer en el intento.

Hoy en LOS LUNES AL 🎼 (el espacio musical de este grupo) vamos con un tema de la rabiosa actualidad. Y llegamos a la veintena de artículos, sin contar los diferentes especiales. En el blog de Cultura Underground encontraréis todos.

El pasado lunes la banda de metal más famosa del mundo publicaba tres noticias de una tacada: un nuevo sencillo (el que vamos a valorar a continuación), un nuevo disco para la primavera del 2023 y fechas para próximos conciertos en España para el 2024 (si esto no es premura no sé qué será). A estas alturas no voy a ser yo quien descubra quién es Metallica. Posiblemente junto a AC/DC la banda de rock más conocida del mundo. No importa cuál sea tu afinidad musical, has escuchado su nombre (y su música)alguna vez. Ya sea de forma directa o indirecta, puesto que los de San Francisco se han colado en: bodas, anuncios publicitarios e infinidad de B.S.O. La única banda en el mundo que ha tocado (con éxito) en todos los continentes. Sí, también en la desangelada Antártida.

El lunes pasado era anunciado, a bombo y platillo, 72 Seasons, el nuevo disco de la formación liderada de Hetfield, Ulrich y compañía. Además de la fecha, el 14 de abril, y su track list, era publicado su primer sencillo y un videoclip de apoyo. La red entera se inundó con la noticia, el video en menos de 24 horas superaba los 3.000.000 de visualizaciones (solo en YouTube) y era tendencias en el resto de las plataformas digitales. Críticos, youtuber y demás personas del mundillo se frotaban las manos por lo que acababan de escuchar o tal vez estaban demasiado influenciados por la noticia.

Hablar de las lindezas que nos han dejado Metallica me llevaría no un artículo, sino toda una sección dedicada a ellos. Posiblemente una de las mejores bandas que haya visto en vivo, aunque como en el caso de los mencionados AC/DC, interesado más en sus clásicos que lo que hayan compuesto en este nuevo milenio. Nadie en su sano juicio puede esperar algo relevante de Metallica a estas alturas. Sus tiempos de gloria quedan atrás, no siguen en el negocio por dinero (aunque se siguen forrando, incluso más que antaño), sino por interés hacia la música. Todo esto es muy loable, pero por mucho que sea una de mis bandas favoritas, de ser una formación respetable en vivo, no podemos caer en el elogio desmedido.

La primera escucha de Lux Aeterna, primer sencillo, me dejó igual que la 33: indiferente. Un claro tema orientado a las radiofórmulas (poco más de 3 minutos), fácil de digerir y rápido de adscribir. Nadie puede dudar de que esto lo escribió Metallica. Cuando una banda no tiene interés en innovar, sino de vivir de las rentas, mejor es mirar hacia el pasado. Si uno está atento, se dará cuenta que lo que acaba de escuchar es un refrito de la época que va de Kill ‘Em All (1983) a Ride The Lighting (1984), pero con una producción actual. Nada más que escuchar el sonido de la batería para darse cuenta. Los fraseos con tantas terminaciones en «ion» son ya tan recurrentes en esto de la música que me producen un bostezo, por mucho que aquí tengamos una versión notable de un James Hetfield. Del estribillo mejor no hablar, lo justo para el nombre y ese «yeah» marca de la casa. Al tratarse de un tema tan corto, solo resta describir el solo de Kirk Hamett: corto, intenso, y que podría formar parte de infinidad de temas anteriores, pero digno y resultón. Lo mejor del conjunto.

No es un mal tema tampoco, pero no es de recibo las lindezas que se han escuchado o escrito. Nada que ver con cualquier tema de los 80, y ni que ver con lo facturado en el Black Album (1991). Pronto para saber por dónde van a ir los tiros, puesto que estamos ante un adelanto. A mi su predecesor, Hardwire (de su disco del 2016), aún dejándome mejor sabor de boca que este, tampoco era definitorio del conjunto. Que dicho sea de paso, aquel álbum me dejó satisfecho, que no lleno de orgullo.

Del videoclip mejor no hablar, simple y banal para unos tipos forrados como para tres vidas. Tampoco es que posean una video grafía relevante, pero lo de actuar en entre luces está manido no, lo siguiente.

PD: Que no se me enfaden los fans (yo también lo soy), pero a estas alturas no me venden la moto. En cualquier caso es una excusa para escuchar a una de las mejores bandas del planeta, te guste o no el metal.

Géneros, subgéneros y otras nomenclaturas en el Rock I: Djent.

En estas nueva entrega vamos a analizar algunos de los géneros, subgéneros y otras nomenclaturas relacionadas con el Rock,. Porque no es lo mismo Grunge que Nu Metal, del mismo modo que hay que diferenciar entre: Heavy Metal, Metalcore, Power Metal, Hard Rock, Brit Pop, Metal Alternativo, Thrash Metal, Groove Metal. Y así hasta un sinfín de términos, a veces tediosos de explicar. A la memoria me viene cuando de chaval llegaba un disco nuevo a mi casa, a mis padres les parecía todo lo mismo: ruido. Lejos de gustos o preferencias, el Rock es uno de los géneros que mayor variedad de estilos tiene, aunque otras ramas (como el Pop) posee los suyos.

En esta nueva entrega voy a intentar explicar algunos de estos géneros para facilitar su comprensión, sin que eso sea excluyente de que un mismo álbum pueda aglutinar varios estilos en uno mismo. No todas las bandas han dedicado su catálogo discográfico al uso un solo género, como sea el caso de AC/DC. La mayor parte de grupos han evolucionado con el paso del tiempo, dejándose influenciar por otros géneros o subgéneros que se han puesto de moda.

Para empezar esta serie me he decantado por uno de los subgéneros que más controversia ha creado en los últimos años: el Djent. Hay críticos que hablan de él como una técnica más que como género. En mi opinión todas las partes tienen parte de razón, pero para ello vamos a intentar explicar en qué consiste.

DJENT

El Djent, pronunciado como jent, es un estilo musical derivado del Heavy Metal (en otra entrega os hablaré de este género concreto, al que erróneamente se refieren para definir a un sinfín de estilos relacionados con el rock) que se desarrolló como una variación del tradicional metal progresivo (otro género a explicar). La palabra «djent» es una onomatopeya que emula el sonido que se produce al usar el palm mute (técnica en la que se apoya la mano que lleva la púa en el puente de la guitarra, produciendo un sonido apagado de las cuerdas) en una guitarra afinada muy grave y con distorsión. Esta breve explicación sirve de explicación para aquellos que lo consideran no un género sino una técnica musical.

Para buscar un origen tenemos a una banda y a artista en concreto, Fredrik Thordendal (guitarrista de la banda sueca Meshuggah). El Djent se caracteriza por la progresiva complejidad, rítmica y técnica, lo que demuestra que es un estilo/técnica complejo. Se caracteriza por usar fuertes distorsiones de guitarra, acordes de palm mute, riffs sincopados y polirrítmicos acompañados de solos. No es por tanto algo sencillo de ejecutar, siendo sus guitarristas duchos en cuanto a técnica se refiere, algo que queda patente en variados y largos pasajes instrumentales. En algunos casos los grupos se caracterizan por tener un sonido moderno con muchos elementos electrónicos o industriales. Es el caso de bandas como Animals as Leaders o Periphery. Otra característica habitual es el empleo de guitarras de siete, ocho o más cuerdas (como si solo seis no fueran suficientes). Entonces, ¿solo son las guitarras las que definen el Djent? Son el factor principal, pero al mismo tiempo van acompañadas de una filosofía musical compleja.

Las bandas que emplean el Djent suelen recurrir a ritmos cambiantes y estructuras poco predecibles que, junto a baterías muy técnicas, consiguen un resultado caótico. Hablando de la percusión, cuando uno se refiere a una banda de este estilo se dará cuenta de la importancia de este instrumento. El muro de sonido que consiguen es muy compacto y conciso, nada que ver con el fondo ruidoso. En cuanto a las voces tenemos una amplia gama de tonalidades, pasando de voces guturales a limpias de forma impredecible. El mejor ejemplo son los Periphery anteriormente mencionados.

Hasta aquí este primer artículo, en el próximo os hablaré del Heavy Metal como género independiente.

Discos de Rock vilipendiados por la crítica/público 1: Chamaleon (1993) ¿De verdad fue para tanto?

A lo largo de la carrera de una banda encontramos algún que otro traspiés, especialmente en bandas con trayectoria longeva. No se salva de la quema, casi, ningún grupo, tanto la crítica especializada como el público general ha vapuleado sin piedad algún álbum de The Beatles, The Rolling Stones, AC/DC, Lez Zeppelin, Black Sabbath, Deep Purple, Pink Floyd, por solo mencionar algunos de los más grandes de la historia. A lo largo de varios números os hablaré de algunos de los casos más flagrantes. ¿De verdad fue para tanto? Como margen temporal vamos a centrarnos en discos que hayan sido publicados a partir de 1980 y con más de veinte años de trayectoria musical. El elegido para inaugurar esta sección es:


Chamaleon (1993)
Helloween

Helloween es , por sí mismo, la referencia misma del Power Metal (en este mismo blog vamos a desgranar las peculiaridad de los distintos géneros y subgéneros del Rock). Precisamente de lo que adolece Chamaleon es precisamente de esto, de Power Metal. Pero vayamos al principio, no podemos entender este controvertido álbum si no tenemos en cuenta de donde prodedían los de Hamburgo (Alemania). Helloween se constituye como banda en 1984, aunque su origen viene ya de 1978 en la que Kai Hansen y Piet Sielck forman una banda llamada Gentry. Sus inicios, en cambio, no se encontraban en el género que los definió como banda, ya que en un principio su estilo estaba más en la línea de lo que es conocido como el Speed Metal. Una banda de la talla de Megadeth reconoce a los germanos como uno de los precursores en cuanto al uso de guitarras endiabladamente rápidas. La primera formación (o la reconocida en su mayoría) estaba compuesta por: Kai Hansen (voz y guitarra), Michael Weikath (guitarra), Markus Grooskopf (bajo) e Ingo Schwichtenber (batería).

El primer Ep, de título homónimo, se publicó en 1985. El mismo año sale a la venta su primer larga duración, el legendario Walls of Jericho. El tema Ride the Sky es el mejor ejemplo del estilo que practicaba la banda en esa época. También queda patente que Kai Hansen es un guitarrista brillante, pero su voz dejaba mucho que desear.

En 1987 llegaría a las tiendas uno de los álbum emblema del Power Metal: Keeper Ff The Seven Keys, part 1. Kai cede el testigo de la voz a un jovencísimo (no había cumplido los 20 años) Michael Kiske. No me quiero extender mucho a la hora de hablar de este trabajo, porque no es lo que toca hoy, pero si os diré que es uno de esos discos imprescindibles en la colección de todo buen melómano y que la canción Halloween (aquí en su versión corta) es una de las más influyentes del power metal como género. En cuanto a la labor de Kiske, os recomiendo la escucha de A tale that wasen´t Right, una balada con mayúsculas, en las que alcanza unas notas estratosféricas. No lo intente imitar en su baño, es posible que además del ridículo rompa el espejo.

Un año después llegaría a las tiendas, Keeper Of The Seven Keys part. 2. Aquí encontraremos un buen puñado de clásicos, entre los que se incluye el archiconocido I Want Out. En realidad, ambas partes fueron grabadas en conjunto y divididas en dos volúmenes. La discográfica se negó a publicarlos como álbum doble. Pese a los años transcurridos y cientos de escuchas, sigo sin poder decantarme por ninguna de los dos partes. Lo peor de este periodo fue la salida de Kai Hansen («por discrepancias musicales», se dijo). El guitarrista formaría poco después Gamma Ray, y a quien dice (con no poca razón) que se llevó el sonido «Happy» de Helloween para su nueva banda.

El cambió de orientación que trajo consigo Pink Bubbles Go Ape (1991) no fue bien entendido, ni por sus fans ni por la crítica. Entre los temas más rescatables Mankind (uno de mis favoritos, no solo de este álbum sino de toda su discografía) y The Chance (de los pocos temas que ha sonado en directo con posterioridad). El sustituto de Hansen sería Roland Grapow, un guitarrista que puede no tener la destreza del primero, pero que ni mucho menos es manco. Por cierto, la portada de este disco es obra de Storm Thorgerson, el gurú de las portadas de Rock, del que ya os hemos hablado en este blog.

Y llegamos al controvertido Chamaleon (1993). En lo que seguo vamos a estar todos de acuerdo es en que tiene una de las portadas más simples y feas que se hayan visto. Como dije al principio de este artículo, de lo que adolece este nuevo trabajo de estudio es de la ausencia (casi total) de Power Metal. Basta con ver la ficha técnica de varías páginas dedicadas a ello: Hard Rock, Blues Rock, Pop psicodélico, Funk, pero ni rastro del estilo que los encumbró como banda. Alguno ha querido ver en este disco un giro hacia lo comercial. ¿En serio? Estamos en 1993 y lo que estaba de moda era el grunge, todo lo demás sonaba a añejo.

El primer corte, First Time, podría decirse que es una continuación de su anterior trabajo de estudio. Es a partir de When The Sinner (primer single) cuando empezamos a notar que esto no se parece en nada a lo escuchado hasta ahora. El tema lo firma el propio Kiske y de hecho no hubiera desentonado (para nada) en su álbum debut en solitario, Instant Clarity (1996). Si este tema nos puede sonar más a pop que a Rock, ¿qué decir de un corte como I Doný Wanna Cry No More o Crazy? Solo en Giant se podrá encontrar a unos Helloween más reconocibles. No quiero dejar pasar por alto los solos de guitarra de este álbum, entre lo mejor de toda su discografía (por variedad y técnica, que no todo es velocidad).

La variedad de temas, hacen de este disco una montaña rusa sonora. Algo que queda más que patente en la nana (así tal cual) de Windmill, firmado por Weikath. Muchas bandas del Rock Progresivo consideran Chamaleon como un referente y temas como Revolution Now, Music o I Believe son un claro ejemplo. A destacar la variedad de instrumental, en los que podemos encontrar teclados, instrumentos de viento y sinfónicos.

Chamaleon estaba destinado a ser un fracaso desde su concepción. No siempre accesibilidad es sinónimo de comercial. El público también le dio la espalda, haciendo de su gira un fracaso. A mitad de ésta abandonó la formación Ingo, aquejado de sus problemas esquizofrénicos. El batería terminaría suicidándose en 1995 tras lanzarse a las vías del metro. Hay una leyenda urbana que dice que llevaba puesta una camiseta de la banda, como si eso fuera relevante.

Michael Kiske sería invitado a abandonar la banda, considerando que él tuvo la culpa del cambio de registro. A partir de entonces, Weikath toma la manija de los de la calabaza. De las distintas baladas que atesora Chamaleon resalta Longing, en la que el vocalista nos deja una interpretación vocal soberbia.

A partir de aquí se abrió un periodo incierto. Helloween regresaría a sus raíces con Master Of The Ring (1994) con Andi Deris a las voces. Cantante que sin alcanzar los tonos altos de su predecesor le dio a la banda una mayor variedad de registros. Con él al frente han publicado hasta diez trabajos de estudios, unos con mayor suerte, otros olvidables. La ansiada vuelta de Kiske y Hansen a las filas de la banda llegó con la gira Pumpkins United Reunion World Tour (2017-2018) y un nuevo trabajo de estudio Helloween (2021) en el que Deris, Kiske y Hansen comparten las labores a las voces. Un servidor lo disfrutó de lo lindo a su pase por Madrid, pero esa es ya otra historia. Skyfall es ya un clásico entre los clásicos.

Conclusión

Chamaleon es un álbum que peca de varios defectos, entre ellos la excesiva duración (algo muy extendido en los discos de la década de los 90). El mayor error, para crítica y público, fue la renuncia al género que los encumbró. Vilipendiado por la mayoría, para un buen puñado de bandas supuso un referente. Por mencionar solo una de ellas, unos tales Dream Theater. Este trabajo de 1993, merece una nueva revisión, no es tan malo como algunos han querido hacer creer. Tal vez solo necesites ser un poco más abierto de miras y no cerrarte en exclusividad a su etapa powermetalera.

En el próximo número os hablaré del traspiés de una de las bandas más influyentes del metal. Ni siquiera ellos se libraron de la chanzas y la crítica de la prensa especializada.