Por David Lorén Bielsa
Hace unos pocos años conocí por redes a Martin McCoy, un lector voraz que anunciaba que publicaba su propia propuesta. Lo hacía con «Seb Damon» un detective que trabajaba en una ciudad lunar —Ilarki—, en un futuro no muy lejano en una ambientación que hibridaba ciencia ficción y novela negra. Y como ya sabéis lo mucho que me gustan los híbridos —y más si son de cifi—, no dudé en darle una oportunidad, sorprendiéndome que no solo era negra, sino que gozaba de un estilo muy hard-boiled que le sentaba de maravilla, además de centrar entroncar su trama central alrededor de una idea cifi —la capacidad de traspasar recuerdos—.
Aunque en su momento no puse reseña ni de aquella primera novela, ni de su secuela, «Seb Damon. Libertad Virtual» —esta desarrolla la idea de una prisión virtual—, creo que es justo que por fin lo haga, aunque sea con la tercera entrega. Debo decir que en este tiempo Martin ha ido desarrollando una ambientación propia, con diversos personajes que vuelve habituales y les va desarrollando capas de complejidad, y que en cada entrega vuelve a desarrollar la trama alrededor de una idea propia de la ciencia ficción. Por lo que, aunque cada una goce de cierta independencia, sí que es recomendable leerlas en orden para comprender el punto en el que se encuentra cada personaje.
No me enrollo más, vamos con Vix.
Sinopsis:

Vix: la droga de moda en la Tierra y en Ilarki.
La droga que hace que una madre en busca de respuestas contrate a Seb Damon.
La droga por la que Kurt Bronsky debe infiltrarse en una banda de narcotraficantes.
La droga que te lleva a una realidad virtual donde ley y humanidad no existen.
La droga que puede destruir una sociedad, una carrera, una relación y una vida.
Una nueva aventura de Seb Damon, el detective más peculiar de la Luna, en la que todo se irá complicando hasta amenazar con llevarse por delante lo que tanto ha costado construir.
Acompaña a Seb, Kurt, Bianca, Héctor, Fenucci y la alcaldesa en una misión que puede significar el fin de sus vidas tal y como las conocen.
Reseña:
Os comentaba que las novelas de «Seb Damon» hibridan la ciencia ficción y la novela negra, pero es que dentro de la cifi suelen moverse dentro del tecnothriller. Para esta novela, el elemento hipotético cifi que justifica la trama es la fusión de una droga sintética y un entorno virtual, que provocan no solo adicción, sino también —como cualquier droga dura— una modificación sustancial del comportamiento.
La historia comienza in media res, con Kurt Bronsky —un policía amigo de Seb que ya conocemos de entregas anteriores— infiltrado en una organización que se dedica a distribuir esta droga, y una redada que no saldrá para nada como esperábamos. Luego tenemos que ir hacia atrás para saber qué lleva a Seb a meterse en un caso así y cómo ha acabado Kurt en una situación tan peliaguda. Mientas se desarrolla la trama, Martin también desarrolla a los personajes y sus relaciones interpersonales, haciendo especial hincapié, como siempre, en el propio Seb y su adictiva relación con Bianca —adictiva para los lectores, claro—.
Aunque se trate de un thriller detectivesco, Martin no es de hacer grandes giros argumentales, aunque cada vez tiene menos problemas en usar dicho recurso. De todas formas, sigue sin abusar de ellos, colocándolos en puntos estratégicos para que el lector no pierda el interés por la obra. Tampoco es de hacer grandes escenas de acción, pero se le dan cada vez mejor, a medida que parece que les pierde el miedo. ¿Y cuál es el secreto de Martin?, os preguntaréis. La narrativa, ese ha sido siempre su punto fuerte. El tono empleado en narrar los acontecimientos, sobre todo desde el punto de vista de Seb, con la primera persona. Esa forma de hablar que navega entre lo canallita y una sátira algo agria, y que además es capaz de, novela a novela, adaptarse a su contexto narrativo. Eso se le da de fábula.
La novela tiene casi todo lo que esperaba de ella: investigación, alguna sorpresa argumental, algo de acción y un crescendo narrativo que le sienta muy bien. Incluido el cuarto final, donde hay que ejecutar cierto plan con varios personajes implicados y bastantes cambios de escena con bastantes cliffhangers. Sin duda, es la parte más entretenida y con la que más he sufrido. Eso sí —y ahí viene mi crítica—, he echado en falta un final un tanto más épico, como el que sí tuvo la segunda entrega, pero aun así la trama queda bien resuelta y cerrada, y goza de un epílogo que también se encarga de finiquitar las subtramas y cabos sueltos, y eso siempre se agradece.
Una vez leída la tercera entrega de «Seb Damon», tengo claro que seguiré con esta saga; sin prisas, claro, pero Seb hace tiempo que se convirtió en un personaje al que gusto de leer y que ofrece buenas horas de entretenimiento, Ilarki un lugar perfecto para desconectar, y Martin un escritor independiente de referencia en el género del tecnothriller y la novela negra. Además, el autor me ha prometido que la quinta entrega es mucho más de mi estilo y que me hará falta chaleco antibalas. Bien, por suerte tengo uno.
SOBRE EL AUTOR:

Martin McCoy es un autor independiete que empezó a publicar en 2018. Ha escrito cinco entregas de la serie Seb Damon así como una novela a cuatro manos con Sara Halley titulada Double Trouble. También fue parte de la iniciativa Fuera de tiesto que publicó varias antologías de relatos. En la actualidad, a pesar de no cuidar plantas carnívoras, sigue trabajando en la sexta entrega de la serie del detective más cafre de la Luna. Prometió publicar una al año y lo sigue cumpliendo por el momento. Si tienes suerte y le encuentras, tal vez te invite a una cerveza.