Durante muchos años “el patio” fue para mí ese espacio en casa en el que lo mismo se tendía la ropa que jugaba al baloncesto con mi hermano. También ese espacio en el que los niños de mi colegio solíamos jugar a la pelota, con más voluntad que otra cosa. En cuanto a Triana sabía que se trataba de un barrio de la ciudad de Sevilla, poco más. No fue hasta mediados de los noventa cuando visité (por primera vez) sus calles y lo hice de la mano de la banda de cornetas y tambores de la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Virgen de la Soledad de Astorga. Sí, fui un “turuta”, un loco de las bandas y agrupaciones de la Semana Santa. De hecho ahí reside mi bautismo musical, y también la primera vez que me enfrenté ante un pentágrama. Dos años después de aquella primera visita me compré mi primera guitarra eléctrica, la misma que estampé contra el suelo al más puro estilo de Paul Simonon en la portada de London Calling de The Clash. Mejor volvamos al artículo de hoy.
No fue hasta principios de los 2000 cuando logré entender, y apreciar, el debut discográfico de Triana. En mi defensa diré que en su época tampoco fue entendido. No es para menos, visto lo que sonaba por aquel entonces. En el ecuador de los 70, aún con el Caudillo (aunque por poco tiempo ya) lo que en España se bailaba era el Bimbó (quizás para celebrar aquello por adelantado), Camilo Sesto cantaba a una tal Melina y la dulce Cecilia nos traía Un ramito de violetas. Si uno pìncha cualquiera de estos enlaces y a continuación pone cualquiera de los que forman El Patio se dará cuenta de lo impactante de su propuesta.
Triana fue una banda formada en 1974 por Jesús de la Rosa a la voz y a los teclados, Juan José Palacios “Tele” a la batería y percusión, y Eduardo Rodríguez “Rodway” a la guitarra española. En el caso del disco de hoy fueron acompañados por Manolo Rosa al bajo y Antonio Pérez a la guitarra eléctrica. Pero a lo largo de su trayectoria a los tres miembros de Triana les han acompañado un montón de músicos reputados, entre otros un tal Pancho Varona, coautor de un buen puñado de los éxitos de Joaquín Sabina.
¿De dónde venían los miembros de Triana?
Antes de unir sus fuerzas cada miembro formó parte de distintas bandas del círculo underground, aunque también existió la posibilidad de que nada de esto sucediera. Jesús de la Rosa trató de ingresar en Los Bravos, sí los de Black is Black, pero fue rechazado por su fuerte acento andaluz. Tele venía de aporrear los parches en bandas experimentales en las que no cuajó por su aventurada apuesta prog que exhíbia (a España eso le cogió en bragas y de las largas). Eduardo huyó de la radiofórmula de los Payos, banda a la que perteneció. Seguro que más de uno los recuerda por el tema María Isabel.
Triana suena tan autóctonos como foráneos, sin que ninguna de las dos partes resulte ganadora. Los más entendidos en flamenco (yo no lo soy) dicen que la voz de Jesús, sin ser excepcional, tiene eso que llaman “duende”, y puede que así sea porque yo la escucho y caigo rendido a sus pies. Más tarde os diré la lista de eminencias a las que influyó. En el verano de 1974 estos tres músicos grabaron su debut discográfico en los estudios Kiros (Madrid), que se llamaba como la banda, pero que el boca a boca rebautizó como El patio. La portada, que ilustra un patio sevillano, fue realizada por el artista Máximo Moreno.
1- Abre la puerta.
Ni entonces, ni ahora, un tema de más de nueve minutos se recomienda como apertura. Pero os aseguro que aquí nada sobra. Que Triana es pura poesía es algo que queda claro desde que Jesés empieza a cantar aquello de: “Yo quise subir al cielo para ver y bajar hasta el infierno para comprender…” Hay que tener en cuenta la situación política de la época (los últimos vestigios de la dictadura). La canción es toda una fiesta a la vida y a la libertad, un canto al progreso. En ese año aún muchos cantautores escondían ese grito a la libertad en la metáfora. En lo estríctamente musical es un exponente claro y ejemplo de lo que es el rock progresivo, un viaje en toda regla. Las palmas que responden a la guitarra de Eduardo me pone los pelos como escarpias), luego llega el pasaje en el que Tele hace su famoso solo de batería (es solo un compás de bulería) un interludio para lo que va a venir a continuación. Si alguien me pregunta ¿qué es un orgasmos musical? Yo respondo que es el solo de guitarra eléctrica con el que termina el tema. Joder, que puta maravilla.
2- Luminosa mañana.
Después del tema de apertura, cualquiera que venga después pudiera palidecer, pero Luminosa mañana no es (ni de lejos un tema menor). Aquí Jesús nos canta distante, sonando como un Greg Lake (King Crismon) hispalense, interpretando esta especie de Epitaph flamenco. Mención especial para el sintetizador moog, instrumento habitual en la música circense, que Triana acuñó su uso dándole un toque de distinción.
3- Recuerdos de una novhe de verano.
En esta canción nos pretender cautivar con una suerte de buleria eléctrica, de sonoridad rotunda y ritmo enseñado. Antonio Pérez añade unos solos de guitarra eléctrica sentidos, que nos recordará ese sonido Space de formaciones como Pink Floyd. Y todo ello con esa base flamenca que se mantiene impertérrita a lo largo de todo el trabajo.
4- Se de un lugar.
Con este tema he martirizado a mis vecinos, tratando de emular a Jesús de la Rosa en su inicio. Aquí la parte interpretativa del vocalista queda más que evidente, con esos pasajes de luces y sombras. Las seis cuerdas de Pérez desarrollan un excitante solo que enzarza en el flanco izquierdo de estéreo, mientras que en el derecho De la Rosa extiende una terrorífica melodía con su teclado. Tan ceremonial como umbrosa.
5- Dialogo
Al lado de las anteriores pudiera parecernos un tema menor. Quizá sea el tema que mejor representa de dónde venían los Triana, y también uno de los más influyentes en eso que se llamó Rock Andaluz, que ellos impulsaron y que siguieron otras muchas bandas: Califato, Guadalquivir, Alameda, o los primeros discos de Medina Azahara.
6- El lago.
Si tuviera que decir cuál fue el hit del álbum diría que es este. Tema más que manido y que me cuesta creer que no hayas escuchado alguna vez. Si no es así debiste criarte en un búnker. Desde su gong inicial hasta ese bizarro final donde parece despegar un platillo volante, desde esa obertura hasta su clausura futurista, todo él señala que es un viaje, bien sea astral o de ensoñación. Y la letra, otra vez pura poesía: “Creo recordar que por la noche/el pájaro blanco echó a volar/de nuestros corazones/en busca de una estrella fugaz”. La capacidad de abstración de Jesús de la Rosa queda aquí patente, siendo un referente para artistas de la talla de Kiko Veneno, Manolo García o un tal José Monje Cruz, alias “el camarón de la Isla”; casi nada. Digno es apuntar la labor de Tele, que hace con su batería lo que le sale del “tele”, nunca mejor dicho.
7- Todo es de color.
Cerramos con el corte más breve, un tema que popularizarían Lole y Manuel, dos figuras que pudieron se parte de este proyecto. Os recomiendo la escucha de estos, aunque la versión de Triana no desmerece en absoluto, aunque sea mucho más reducida.
RECEPCIÓN:
Pese a que hoy es considerado una obra maestra, uno de esos discos imprescindibles, lo cierto es que su recepción inicial fue un desastre. En sus primeros seis meses solo había vendido diecinueve ejemplares (no es coña). El boca a boca, y las actuaciones en directo terminaron por inclinar la balanza a su favor. Hasta el tercer disco, Sombra y Luz (1979) no tuvieron su merecido reconocimiento. Los tres primeros discos acabaron certificando el Disco de oro. El público tardo pero acabó rendido a sus pies, como bien queda palpable en su concierto en el Parque de atracciones de Madrid (1981). Lamentablemente con la llegada de los 80, la banda quedó bajo el influjo de la Movida. Tu frialdad, de su disco de 1980, Un encuentro, puede que sea el tema más reconocido por el público (pese a lo lamentable de su estribillo con ese “nanananana”).
Nunca llegamos a saber que hubiera sido de Triana, más allá de Llegó el día (1983), porque Jesús de la Rosa falleció en un accidente de coche en agosto del mismo año, dejándonos huérfanos de una de las voces más carismáticas de este país, sin ser como dicen los especialistas en flamenco, ni la más ortodoxa ni la más excepcional. D.E.P.